La geopolítica de la nonata República catalana ha sido un cachondeo surrealista. El antiguo responsable de las relaciones internacionales de la Generalitat, Raül Romeva, tejió unas alianzas por estos mundos de Dios de lo más estrambóticas que han creado una imagen exterior muy poco seria y consistente del proyecto independentista catalán. El caso del eurodiputado belga (flamenco) Mark Demesmaeker es paradigmático.
Mark Demesmaeker fue secretario general del partido N-VA, que da cobertura a Carles Puigdemont en su refugio en Bélgica, y ejerce como eurodiputado en representación de esta formación política, con tics fuertemente xenófobos y populistas. En una reciente intervención en el Parlamento europeo, Mark Demesmaeker acusó al PP de tener raíces franquistas, cuando su partido, la N-VA, tiene sus antecedentes históricos en los nacionalistas flamencos que colaboraron activamente con los nazis durante la II Guerra Mundial. Tal para cual.
Entusiasta defensor de la causa independentista catalana, este eurodiputado se ha hecho famoso también por su decidida intervención en el conflicto de Ucrania, apoyando a los protagonistas del Maidán y siendo el azote de los rusófonos que viven en el país. Esta involucración le ha llevado a enfrentarse abiertamente con el Kremlin, poniendo en peligro las relaciones entre Bruselas y Moscú. La animadversión ha llegado hasta el punto que Vladimir Putin le ha prohibido la entrada en Rusia, al considerarlo «indeseable».
Paradójicamente, el gran aliado que tiene la causa independentista al otro lado del Atlántico es el congresista norteamericano Dana Rohrabacher, amigo, a la vez, de Vladimir Putin y de Donald Trump, y principal valedor de los intereses rusos en la Casa Blanca. Dana Rohrabacher también apoya a Julian Assange, el creador de Wikileaks, con quien comparte su apoyo al movimiento independentista catalán. En este caso, el congresista por California asesora a Julian Assange para liberarlo de la persecución judicial en los Estados Unidos a cambio que colabore en la defensa de los intereses de Donald Trump en el lío judicial de los hackers rusos que le ayudaron a ganar las elecciones.
«Si tú estiras fuerte por aquí, si tú estiras fuerte por allá…», dice la canción La estaca de Lluís Llach. Entre el anti-ruso Mark Demesmaeker y el pro-ruso Dana Rohrabacher, la República catalana «seguro que tumba, tumba, tumba».
