La hora de la reforma constitucional

El solemne anuncio de la fecha y pregunta del hipotético referéndum de secesión de Cataluña hecho por el presidente Carles Puigdemont ha coincidido con el aniversario de Jordi Pujol, que acaba de cumplir 87 años, y con el estreno en los cines de la película Patria, una modesta producción, hecha con toda la buena voluntad por el director Joan Franck Charansonnet, que pretende ser, según afirma, el equivalente al Braveheart, el héroe de la independencia escocesa, interpretado en 1995 por Mel Gibson. Pero mientras el presupuesto de la película producida por Hollywood fue, hace 22 años, de 53 millones de euros, el Patria de Joan Franck Charansonnet sólo ha contado con los 250.000 euros recogidos con micromecenazgo, sin ningún tipo de subvención ni apoyo de TV3. (¡Y mira que la Generalitat da subvenciones a diestro y siniestro y que TV3 riega a los amiguitos de la casa y de la causa con millones de euros!).

Ya dijo Miguel de Unamuno que a los catalanes nos pierde la estética. Parece que hacemos, queremos quedar bien, pero no hacemos nada… o el que hacemos, procuramos que no tenga consecuencias. Nuestro calendario está lleno de fechas emblemáticas -la Fiesta de Sant Jordi, la Fiesta Nacional, el 6 de octubre, el aniversario del fusilamiento del presidente Lluís Companys, el aniversario de la muerte del presidente Francesc Macià…- y somos tributarios de algunas canciones que parece que determinan nuestro destino político: Itaca, Diguem no, Què vol aquesta gent, Tot explota pel cap i per la pota.., escritas en un contexto muy diferente, pero que para muchos independentistas continúan teniendo plena vigencia.

También la letra de Els Segadors, el himno nacional de Cataluña, tiene frases contundentes que algunos interpretan literalmente. «Cuando llegue otro junio, afilemos bien las herramientas» y, para seguir la consigna, este mes de junio del año 2017 el presidente Carles Puigdemont ha «afilado la herramienta del referéndum». La fecha del 1 de octubre tampoco es gratuita: es el domingo anterior al 6 de octubre, el aniversario de la fallida proclamación de independencia hecha en 1934 por el presidente Lluís Companys.

Pero ya sentenció Karl Marx, en El 18 Brumario de Luis Bonaparte, que «la historia se repite dos veces: la primera como tragedia y la segunda como farsa». En un mundo interconectado y globalizado, con la Unión Europea decidida más que nunca a consolidar la integración de los estados, sin ningún aliado internacional, con una sociedad catalana cada vez más mezclada y multicultural, con el último batacazo que acaba de pegarse el Scottish National Party (SNP) de Nicola Sturgeon en las elecciones británicas… el futuro de Cataluña pasa por una reforma constitucional que –según se rumorea con insistencia- PP, PSOE y C’s impulsarán en las próximas semanas.

Con los presupuestos aprobados y superada, sin problemas, la moción de censura impulsada por Podemos, Mariano Rajoy tiene por delante un horizonte confortable de tres años. A partir del congreso del PSOE, del cual saldrá un Pedro Sánchez más centrado, será el momento de encarar con decisión la cuestión palpitante de Cataluña. La recuperación económica ayuda, sin duda, a serenar los ánimos.

La sentencia del Tribunal Constitucional sobre la reforma del Estatuto impulsada por el presidente Pasqual Maragall fue, en perspectiva histórica, un error. Es el momento de enmendar este agravio y la reforma constitucional es la vía más sólida para dar una salida al contencioso catalán respetando el principio de pluralismo social, político y cultural del que disfrutamos democráticamente. Con el anuncio de la creación de una comisión parlamentaria para empezar los trabajos de reforma de la vieja Constitución de 1978 se abrirá un nuevo marco en el cual se podrá establecer un diálogo plural y multipartidista sin tabúes y quedará desactivado el «referéndum o referéndum» que propugna el presidente Carles Puigdemont.

Una buena parte de la población catalana -incluso muchos de los que hoy se declaran independentistas- desea que se encuentre una salida razonable y negociada a la escalada de la crispación política e institucional que arrastramos desde hace cinco años, coincidiendo con la imputación del heredero de la dinastía pujolista por el caso de las ITV. En la actual coyuntura histórica y con un PP que no tiene mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados es el momento de abordar el reto pendiente de proceder al aggiornamento de la Constitución y tranquilizar, en positivo, la desazón legítima que tiene la sociedad catalana para vivir más confortablemente en el contexto del Estado español y de la Unión Europea, respetando nuestros rasgos particulares, como los que tienen todos los pueblos y culturas que convivimos pacíficamente en el Viejo Continente.

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