La Cataluña enferma

Hay partes de nuestras sociedades que muestran claros síntomas de padecer patologías graves. Y las exhibe a través de las redes sociales. Un ejemplo lo hemos visto en la sentencia a un año de prisión a la tuitera Cassandra Vera que se burlaba de la muerte del ex-presidente del Gobierno franquista Luis Carrero Blanco, en un atentado de ETA el 20 de diciembre de 1973. Que la Audiencia Nacional la condene a un año de prisión por esta burla es tan esperpéntico como desacertados son sus tuits diciendo que mataría a todos los niños porque no callan o que hay que dispararle un tiro en la cabeza a Mariano Rajoy.

El rey del despropósito en Twitter es el actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Su enfermedad, mezcla de soberbia e ignorancia, da mucho miedo.

En Cataluña no estamos ajenos a este mal. Como vivimos entretenidos con el proceso independentista es en este marco donde se hace más patente este problema de salud mental y social.

Mientras la tesis oficial es que los catalanes caminamos hacia la independencia con una sonrisa en la cara, de buen rollo y sin una palabra más alta que la otra, la red anda llena de insultos, improperios y amenazas. La enfermedad tiene características de epidemia. Si no ya me diréis cómo calificar que uno de los tuiteros más prolíficos y autor de los mensajes más despectivos tenga 22.800 seguidores en Twitter y exhiba que en Facebook tiene 115.000.

«¡Que se jodan los que no les guste!», exclama. En su perfil se presenta como «Mark Serra Junts pel Sí. //*// Independentista. Asociado al Partido Demócrata Catalán x un espacio central mucho más amplio en un estado independiente». El medio digital Directa acaba de desvelar que Serra administra una red de pisos turísticos ilegales en Barcelona. Su respuesta ha sido decir que no le callarán, que le atacan por razones políticas y que «seguiré denunciando a los delincuentes okupas y a toda la gentuza afín a los fascistas de la CUP».

Tras la denuncia cambió su foto de perfil en Facebook y Twitter. Quitó la que compartía con el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y la reemplazó por otra en solitario.

Que este hombre tenga tantos seguidores es como para hacérnoslo mirar. ¿No?

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