Josep Rull es uno de los consejeros de la Generalitat que despliega un discurso independentista más vehemente en sus intervenciones públicas. Sin embargo, el titular de la cartera de Territorio y Sostenibilidad acaba de adoptar una decisión sorprendente y contradictoria: según informa el semanario especializado El Vigía, ha cedido al organismo estatal Adif un tramo de 3,6 kilómetros de vía férrea en la zona del puerto de Barcelona que hasta ahora era de Ferrocarriles de la Generalitat (FGC). Es decir, ha hecho un traspaso patrimonial a la inversa.
Una de las reclamaciones clásicas del nacionalismo es que los grandes puertos del litoral catalán pasen a ser competencia directa de la Generalitat, que, desde hace años, sólo tiene la capacidad de nombrar los presidentes de estas entidades. Por eso no se entiende que en estos momentos de máxima confrontación entre Madrid y la Generalitat, el gobierno catalán ceda patrimonio de FGC a la empresa estatal Adif.
Este traspaso a la inversa obedece al proyecto de construcción de los nuevos accesos ferroviarios al puerto de Barcelona, pactado el año pasado entre el ministerio de Fomento y la Generalitat. En virtud de este convenio, Adif se encargará de modernizar esta línea de 3,6 kilómetros para que puedan pasar trenes de mercancías con ancho internacional, lo que facilitará su conexión directa con Europa.
