El cuñado del rey

Lo que está pasando con los borbones recuerda la frase del poeta Publio Siro: «La absolución del culpable es la condena del juez«…

El cuñado del actual rey y yerno del emérito, Iñaki Urdangarin, a pesar de haber sido condenado a seis años y tres meses de cárcel por prevaricación, malversación, fraude, tráfico de influencia y dos delitos fiscales más, no ingresará (de momento), ni siquiera tendrá que venir a España a fichar en los juzgados, podrá hacerlo desde Suiza, y tampoco tendrá que pagar fianza. Por otro lado, su esposa, la Infanta Cristina, hermana e hija de reyes, ha quedado absuelta. El caso Nóos termina aquí (por el momento) su singladura.

Al final, sale más rentable prevaricar, malversar y todos los verbos que conjuga Urdangarin que, por ejemplo, hacer espectáculos con títeres. Basta recordar los titiriteros madrileños que, en su espectáculo ‘La bruja y don Cristóbal’, desplegaron una pancarta que decía ‘Alka-ETA’ y que, acusados de enaltecer el terrorismo, los llevó a la cárcel. O aquel joven sevillano condenado a seis meses de prisión por robar una bicicleta que también ingresó en prisión mucho tiempo después de substraerla, y tantos otros que habiendo hecho la mitad de la mitad de la mitad de lo que acusan al exduque de Palma, Iñaki Urdangarin, han pasado por prisión. Por otra parte, habrá que ver qué pasa con el rapero condenado a tres años y seis meses por injurias a la Corona. En este país parece más fácil encarcelar a quien critica a los culpables que a los propios culpables. Todo ello sin hablar de los políticos catalanes procesados por la consulta del 9N o por el proceso independentista en general. Resumiendo, este es un país judicialmente peculiar donde, sin ir más lejos, el Tribunal Supremo condena a este mismo medio (El Triangle) a pagar 20.000 euros a Alicia Sánchez-Camacho por difundir la conversación de La Camarga que ella misma encargó.

De la pantomima del cuñado, también me llama poderosamente la atención que Urdangarin ya había elegido prisión en Badajoz para cumplir la condena muy cerca de Portugal, país donde planteaba trasladarse su esposa, la Infanta Cristina, y sus hijos. Así, queda claro que los Urdangarin han sido más pesimistas o realistas que la misma justicia.

Por otra parte, penoso sería una manera elegante de definir el papelón hecho por la justicia en la absolución de la Infanta Cristina. La hermana del actual rey e hija del emérito alegó ignorancia en el sentido más absoluto del término para eludir a la justicia. Se añadía así a la epidemia de esposas ignorantes que no tienen ni idea de dónde sale el dinero que les permite un extraordinario tren de vida. Queda claro que hacerse el tonto es judicialmente rentable; seguro que no ayuda en la lucha contra el machismo, pero esto parece preocupar poco a las ‘víctimas’.

Total, que la justicia ha vuelto a demostrar su ceguera, sordera y mudez. Como dicen aquellos, mejor que no intenten hacerlo en sus casas, es peligroso. Hay que ser muy Urdangarin para hacer lo que él ha hecho y salir prácticamente indemne.

Cuñados…

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