Salirse no está de moda

Entre otras cosas, el «Brexit» ha puesto de manifiesto que salirse, en este caso de la Unión Europea, ha sido más bien asunto de nacionalistas, sus primo-hermanos xenófobos y, en general, de quienes tienden a ver la paja en el ojo ajeno sin ver la viga en el propio. Fenómeno que no es privativo de los insulares sino que, por el contrario, está bastante más extendido de lo que pudiera parecer.

«Cuanto más se convierte en personal la desesperación, cuanto más cobra expresión en ella la sensación de que peligra la existencia individual, más brotan de este estado de ánimo, necesariamente, en la generalidad de los casos, la credulidad y la fe en los milagros«, decía Georg Lukács en «Asalto a la razón». Y esto es lo que ha vuelto a ocurrir en Gran Bretaña. Conservadores, patriotas, nostálgicos de un imperio inexistente, xenófobos, gentes abandonadas en el territorio, mayores, medio pobres, marginados del consumo, amenazados reales o imaginarios, quienes desean que todo se vaya a la mierda, etc. etc. etc. Mucha gente, en fin, ha votado a favor de que el Reino Unido abandone la Unión Europea y lo han hecho al grito de «nos roban». Nos roban los burócratas de Bruselas, nos roban los piojosos de los emigrantes, nos roban los zánganos de los meridionales… Y como estamos jodidos (porque nos roban) qué mejor remedio que escapar de los 40 ladrones.

Y muchos partidarios de seguir en la Unión, confiados, pensando que el insularismo, en sus múltiples manifestaciones, era cosa del pasado y que el Brexit solo interesaba a cuatro gatos (conservadores) no fueron a votar, y se equivocaron de pe a pa. El daño, el que sea, ya está hecho, incluidos efectos colaterales como el que afectó a nuestras elecciones generales del 26 de junio. De poco vale despotricar a posteriori. Hacer valer que en Londres votó más del 70% a favor de la permanencia, que los jóvenes (el futuro) se sienten europeos o les interesa continuar en la UE, que los nacionalistas escoceses (por razones obvias) se proclamen europeístas genéticos… Como suele ocurrir en estos casos, se ignoró, minimizó o soslayó lo que está ocurriendo en la sociedad británica, porque una de las querencias del statu quo es hacer ver que no pasa nada, que todo funciona como una maquinilla bien engrasada, sobre todo si a los mandos se encuentran la derecha.

Y esto, claro, no es privativo de la Gran Bretaña. Muchos de sus mismos males nos aquejan en el Continente y, desde luego, en nuestra propia tierra. También aquí, en Cataluña, se nos ha dicho por activa y por pasiva que nos roban (en este caso es España la ladrona) y mucha gente, a la desesperada, se apuntó al milagro. Si nos roban, pues nos vamos y asunto concluido: todo para nosotros. Acostumbrados, como estamos, a tanto robo ¿no parece más lógico que los que roban sigan robando, incluso más, cuando dispongan de mejores condiciones para ello? ¿Es que en el Reino Unido se van a repartir entre todos los partidarios del Brexit los ahorros en sanidad, educación o pensiones detraídos a los emigrantes? ¿Acaso la cifra mágica del expolio a Cataluña que enarbolan los nacionalistas se repartirá equitativamente entre todos los catalanes, cuando se produzca el milagro? Aunque, hay que reconocerlo, también hay quienes dicen preferir que les roben sus propios ladrones antes que los de fuera.

Y que conste que la búsqueda del milagro no es más que consecuencia, aquí y en Gran Bretaña, de unas políticas al servicio de los ladrones. «La arquitectura institucional europea y la respuesta económica a la crisis han sido tan dañinas para el conjunto de los ciudadanos europeos que hoy el euroescepticismo es una corriente en alza sobre la que avanzan movimientos xenófobos y disgregadores. El resultado del referéndum sobre la continuación del Reino Unido en la Unión Europea no es más que la escalada de la sinrazón de estas fuerzas centrífugas e insolidarias», manifiesta Economistas contra la crisis.

«La Unión Europea, frente a la crisis, ha fallado a los ciudadanos. Ha fallado en su objetivo de crear prosperidad, empleo, igualdad, solidaridad. Ha fallado porque no ha defendido su razón de ser, la propuesta de Europa a los europeos y al mundo: el Estado del Bienestar«, afirma el colectivo de economistas, que concluye apuntando que este contexto «la respuesta no puede sino provenir de más Europa». Y si no que se lo pregunten a los ingleses nacionalistas dentro de poco, como también se les podría preguntar a los partidarios del Catalexit, o como se le quiera llamar, si en un hipotético referéndum pasara algo como lo que ha sucedido en Gran Bretaña. Ciertamente, salirse, no parece estar de moda.

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