A base de talonario

La derecha, que tanto desparpajo tiene a la hora de calificar a la izquierda de despilfarradora, no duda en tirar de talonario para arreglar lo que sea. Cosa que nada tiene de extraño, dada su familiaridad con el dinero.

Como lo cuenta estupendamente, aquí al lado, Cristina Palomar, resulta que ahora nos enteramos que el ex-alcalde de Barcelona, Xavier Trias, no sólo se ponía morado a costa del erario público sino que, para evitarse líos, llegó a poner piso al «enemigo okupa» del barrio de Gracia, incluidos consumos, IBI y reparaciones. Todo ello a costa, claro, del presupuesto municipal. No es el único caso, sino que abunda más de lo que parece, tal como ponen de manifiesto las películas de gángsters, en las que casi siempre se pone valor (monetario) a las personas y a las cosas. La muerte tenía un precio«, se titula el western de Sergio Leone, con música de Ennio Morricone.

Y esto del talonario no es privativo de lo público. Es de gran uso y tradición en los negocios tirar de la chequera para, por ejemplo, tapar bocas, ganar complicidades o «engrasar» el mercado. Se hace de manera preventiva, proactiva y, a veces, a diestra y siniestra. Es fácilmente entendible y casi siempre funciona. El problema está, como todo en el libre mercado, en los precios. A veces, arreglar o prevenir problemas por esa vía puede resultar muy oneroso y hasta prohibitivo. Si no, que se lo pregunten al ex-presidente de una entidad financiera vasca que le cogió tanto gusto a la «gestión por cheques», que estuvo a punto de cargarse la empresa. Relaciones con los sindicatos, amenazas políticas, marrones personales…, casi todo pasaba por la expeditiva vía talonaria.

Hasta aquí casi nada del otro mundo. «Poderoso caballero es don Dinero», cantaba Paco Ibáñez, con letra de Quevedo. Es tremendo financiar fuego enemigo, como hacía Trias. Refleja un cinismo, rayano en la cara dura, un oportunismo a prueba de balas, y algo que ilustra un sentido más bien ratuno de la propia vida. Sin embargo, peor aún suena lo de pagar por pagar o pagar chapuzas a los «amigos», como por ejemplo hicieron EE.UU y Arabia Saudita con Bin Laden o, sin ir más lejos, se está haciendo aquí con la construcción de algún partido político. Es de dominio público que por aquello de «no poner todos los huevos en la misma cesta», los talonarios (del IBEX 35, se dice metafóricamente) están que echan humo.

El PP está viejo, el PSOE muy tocado desde la metedura de pata de Rodríguez Zapatero, Convergència naufraga en sus propias aguas residuales, el PNV va a su bola… Y, en un plis plas, vuelven a hacerse realidad los peores sueños de la derecha: el nacimiento de una izquierda, no solo a la izquierda de la socialdemocracia, sino innovadora. Para darse un respiro, hasta que los conservadores se recuperen o más allá, nada mejor que inventarse un partido. Algo que no resulta barato, si todo hay que pagarlo. O sea, que a tirar de talonario y a lo grande. Pero ni una legión de consultores son capaces de inventarse algo de la casi nada. Con los palos de un liberalismo blando y el elixir de la eterna juventud se puede construir quizá un sombrajo, pero no una alternativa política seria.

Para ejemplo, un botón: la visita de Albert Rivera a Venezuela, haciendo de anfitriona Lilian Tintori, la mujer del líder de la oposición, Leopoldo López. ¿A quién se le puede ocurrir semejante pastiche y no morir en el intento? ¿Ha sido idea de Felipe González, Juan Luis Cebrián y otros entusiastas del asunto? ¿Responde a una singular iniciativa del propio Rivera? ¿Lo han decidido quienes pagan? ¿Es obra de una consultoría internacional de alto caché? En cualquier caso, las imágenes del suceso parecen reflejar un protagonista algo vendido, como si el traje no le llegara al cuerpo. Y no es para menos, teniendo en cuenta lo revisitado del territorio. ¿Le dijo alguien a Rivera que con ese viaje y las declaraciones correspondientes iba a protagonizar la causa contra Nicolás Maduro en España? ¿Pensó que el gesto ponía contra las cuerdas a Podemos, haciendo valer la ya legendaria tesis de que está financiado por el chavismo?

¿Y qué decir del video del «coletas caradura»? Simplemente, infumable ¿Obra también de una consultoría de publicidad o decisión de Ciudadanos contra la opinión de sus consultores? ¿Resultado de quién paga y otros amigos? Da igual, porque el producto es suficientemente explícito. Incluso los intereses y hasta las ideas no son casi nada sin un trabajo bien hecho. Y el blitz de Alberto Rivera en Venezuela y el video del «coletas» son cualquier cosa menos un trabajo bien hecho. Y que les conste a quienes pagan.

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