9N: La semana de la tila

¡Qué semana nos espera! Si no cambia el panorama de aquí al domingo, llegaremos a una situación límite en la que el gobierno de Mariano Rajoy puede ordenar a los Mossos d’Esquadra que retiren las urnas que habrá puesto el gobierno de Artur Mas para votar la famosa doble pregunta.

¿Acatarán los Mossos d’Esquadra esta orden? ¿Qué pasará si un consejero del Gobierno catalán quiere votar y un mosso se lo impide? ¿Cómo se tomarán los ciudadanos que quieran votar que no se lo dejen hacer? ¿Alguien puede pensar que vivimos en un mundo tan civilizado que todo el debate se mantendrá en el terreno dialéctico y no se escaparán empujones, bofetadas y cosas peores?

Artur Mas y los suyos vivirán unos días de insomnio ante esta perspectiva. No sólo ellos, claro. A muchos y muchas nos costará conciliar el sueño dándole vueltas a las preguntas que acabo de plantear.

La cuestión no es tanto quién tendrá más culpa de lo que pueda pasar sino qué pasará. Sólo se me ocurre una explicación de la serenidad que aparenta -algo menos en los últimos días, también es cierto- el presidente de la Generalitat, con la sonrisa siempre a punto. Y esta explicación es que Rajoy le ha prometido que no impedirá por la fuerza las votaciones del domingo. ¡Cosas más raras hemos visto! Recuerden el sensacional giro de Artur Mas, que de opositor firme al Estatuto que impulsaba el tripartito pasó, de la noche a la mañana y después de una visita relámpago a José Luis Rodríguez Zapatero, a ser uno de sus partidarios más acérrimos.

Si Mas piensa por un momento que Rajoy puede enviar a la policía a desmontar las paraditas de voto del domingo, debe estar de los nervios. Tenemos por delante siete días que no sé si cambiarán el mundo o Catalunya pero seguro que se caracterizarán por un aumento notable del consumo de tranquilizantes y ansiolíticos.

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