El Molt Deshonorable Ubú

El alud de informaciones y de novedades que nos aporta, día tras día, el estallido del caso Pujol nos dibuja un panorama surrealista y esperpéntico de esta familia, que ha sido -e intentaba continuar siendo, a través del «heredero» Oriol– la primus inter pares de Catalunya. Las preguntas son obvias:

· ¿Quiénes se han pensado que son los Pujol para robarnos el dinero de los catalanes de este modo tan escandaloso y descarado?

· ¿Cómo hemos podido tolerar los catalanes estar gobernados durante 27 años (23 de Jordi Pujol y cuatro de Artur Mas) por una mafia de cleptómanos que, además, están mentalmente alucinados?

El episodio de la ‘bruja’ Adelina es, para mí, definitivo. La entrevista que ha hecho Antena 3 a esta mujer gallega emigrada a Andorra que, durante años, fue la asesora mágica del presidente Pujol tendría que ser de obligado visionado para todos los catalanes. Explica la ‘bruja’ Adelina que no sólo conjuraba los malos espíritus que arrastraba el exMolt Honorable y que, según ella, le provocan los brutales tics faciales. Resulta que Jordi Pujol montó un «negociete» gracias a ella: la hacía bajar a Barcelona y le pagaba 150 euros por cada día de consulta, pero resulta que el expresidente cobraba 300 euros a todos los clientes que le traía.., que eran muchos. La buena «bruja» Adelina, como os podéis imaginar, está de lo más indignada y dolida con Jordi Pujol.

No es el único personaje pintoresco de esta «corte de los milagros» en que se convirtió el palacio de la Generalitat. Recuerdo que, durante los primeros años de su gobierno, tenía una gran influencia un cura de turbio pasado que llegó a ser todo un poder fáctico en la administración catalana, a pesar de que no tenía ningún trabajo concreto asignado: el mosén Lluís Fenosa. El actual director de La Vanguardia, Màrius Carol, escribió, cuando trabajaba en El País, un memorable retrato de este misterioso conspirador, que contaba con la protección de la todopoderosa Marta Ferrusola.

«Això és una dona!» («¡Esto es una mujer!»). El mantra que la enardecida masa pujolista dedicó a Marta Ferrusola durante la manifestación de rechazo a la querella de la Fiscalía, en el año 1984, por la ruina del grupo Banca Catalana pasará a la historia como uno de los hits de la Catalunya contemporánea. Como «cerebro económico» de la familia Pujol –tarea que le delegó su marido, siempre atareado-, Marta Ferrusola ha sido un absoluto desastre y sus «martingalas» son, en última instancia, las culpables de esta caída a los infiernos.

En este sentido, resulta especialmente memorable que, en su declaración de la renta del 2013, tuviera la jeta de solicitar y cobrar 2.137 euros.., mientras «olvidaba» de mencionar la «hucha» que tenía en la Banca Privada de Andorra. Otra escena espeluznante de este esperpento es la enorme sorpresa de Maria Pujol –hermana del expresidente- al enterarse, el pasado 25 de julio, que su padre había dejado una supuesta «herencia» de cuatro millones de euros de la cual ella nunca vio ni un céntimo.

El espectacular chalé de la calle Moneders, 2 no figura a nombre de Jordi Pujol Ferrusola ni de su esposa, Mercè Gironès. Su colección de coches de lujo la obtuvo, según consta en las facturas aportadas, muy por debajo del precio de mercado y los seguros que le hace Liberty Seguros son a precio irrisorio (¿por qué?). Sus suegros, los Gironès, cobraron una «propina» de 324.186 euros de una operación inmobiliaria con COPISA intermediada por el Júnior, en la cual no pintaban nada.

Los chanchullos de la saga Pujol-Ferrusola son incontables y esto que aún no sabemos de la misa ni la mitad. Es una pobre gente carcomida por la codicia y la avaricia. Según explican, la ruina del negocio de corcho que el abuelo Pujol tenía en Darnius (Alt Empordà) y el miedo de volver a quedar arruinados han marcado a hierro y fuego la historia de esta familia. Jordi Pujol hizo suyas las palabras de Scarlett O’Hara en Lo que el viento se llevó: «Aunque tenga que mentir, robar, pedir o matar, ¡pongo a Dios por testigo que nunca más no volveré a pasar hambre!»

En el año 1995, la compañía Els Joglars estrenó Ubú president, una sátira sobre el entonces presidente de la Generalitat inspirada en la pieza teatral Ubu roi, de Alfred Jarry. Como es sabido, su director, Albert Boadella, tuvo que marcharse a Madrid para ganarse la vida, bajo la protección de Esperanza Aguirre. Ahora que vamos conociendo más detalles del caso Pujol puedo decir que Els Joglars se quedaron cortos en la grotesca parodia de nuestro Ubú particular.

Quiero rendir desde aquí homenaje a todos aquellos creadores, intelectuales, periodistas… que, como Albert Boadella, han sido víctimas de las «purgas» pujolistas por atreverse a denunciar esta trama mafiosa. Muchos han sufrido el exilio exterior y otros un doloroso y cruel exilio interior, condenados al paro, a la marginación o al pacto del hambre.

Ya se lo dijo el otro día Marta Ferrusola a un periodista: «¡Váyase a la mierda!»

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