La pregunta y la fecha

¿España contra Catalunya? Yo más bien diría España contra España y/o Catalunya contra Catalunya. Hay una España posible: la Confederación de Repúblicas Ibéricas, soñada por los intelectuales y políticos más lúcidos de las últimas décadas. Pero esta España posible choca con la inercia de unas estructuras de Estado instaladas en Madrid, herederas del centralismo borbónico importado de Francia en el siglo XVIII.

También hay una Catalunya posible: la de los trabajadores, la de los campesinos, la de los pequeños empresarios, la de los jóvenes, la de los científicos y la de los funcionarios con voluntad de servicio público. Pero esta Catalunya honesta y democrática choca contra la dominación atávica que ejercen las «400 familias» que, según la acertada diagnosis de Fèlix Millet, se reparten el pastel.

A las «400 familias» no les da miedo la independencia. Saben que puede ser un espantajo que, convenientemente agitado, impresione a sus tocayos madrileños para, de este modo, conseguir, en nombre de Catalunya, más dinero para sus bolsillos y más prebendas para sus negocios. Ya lo ha dicho uno de los máximos exponentes de la «mafia» catalana, Ramon Bagó, el propietario de Serhs que, desde hace años, vive amorrado a la teta de la Generalitat con concesiones de catering por un tubo: «Toda esta gente que dice que la independencia lo arruinará todo, a ver si callan de una puñetera vez».

A las «400 familias» no les da miedo la independencia: les da miedo la Semana Trágica y la victoria antifascista de Barcelona contra el golpe de Estado del 18 de julio de 1936. Y esto, por mucho que lo quieran tapar con una estelada, es lo que se está mascando en las calles. La gente ya no se cree nada y empieza a tomar conciencia que los poderes establecidos –también la Generalitat de Artur Mas- son culpables, por acción o por omisión, de esta penuria colectiva.

En Italia, ahora mismo, se está desarrollando un amplio movimiento contestatario que pasa totalmente desapercibido en los medios de comunicación de aquí. Se denominan los forconi (los que empuñan las horcas campesinas) y son grupos organizados y autónomos de estudiantes, de parados, de pequeños empresarios, de transportistas, de vendedores ambulantes… que han bloqueado carreteras, ciudades y pueblos, de norte a sur del país. Incluso hay policías que han desistido de reprimir estas protestas y apoyan a los manifestantes.

Intuyo que, muy pronto, también tendremos a los forconi aquí. Personas hartas y desesperanzadas, sin futuro y sin nada que perder que se rebelan como pueden contra aquello que, creen, les provoca la infelicidad: la Unión Europea, el euro, la clase política, el poder financiero, los grandes medios de comunicación que manipulan la realidad, la presión fiscal insoportable, los monopolios de los servicios que les sangran los bolsillos (eléctricas, telefónicas, petroleras…) y la corrupción que compacta todo este sistema perverso y destructor de la identidad humana.

En Catalunya ya tenemos «la pregunta y la fecha» del referéndum por la independencia, consensuada por CiU, ERC, ICV-EUiA y la CUP. Pero la verdadera pregunta es: ¿por qué la gente aguanta tanto ante esta situación de catástrofe económica y social que sufrimos? Y la fecha: ¿cuándo saldrá la gente a la calle y dirá ¡basta!, como hacen los forconi?

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