Dejar la primera fila política no comporta dejar pasar la oportunidad para sacar pecho, repuntar un poco de popularidad y, en la misma jugada, debilitar al oponente exigiéndole, en un momento de flaqueza, que dé la cara y reconozca que se ha equivocado. Incluso sin saber todavía si se ha equivocado. Esto es lo que ha hecho la expresidenta de la comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, cuando ha visto que el caso Bárcenas se les escurre de las manos al jefe de filas del PP, Mariano Rajoy.
Aprovechando un discurso de la Junta Directiva del PP de Madrid, la expresidenta ha asegurado que si ha habido «irregularidades» en la financiación de los populares, el partido las tendrá que «reconocer» y explicarlas, y no «mirar a ningún otro lado».
Aguirre ha invitado a la actual cúpula popular a no esperar a que la Justicia actúe porque, según ha dicho, la ciudadanía «está metiendo en el mismo saco» al PP, «a los socialistas y a los comunistas de los ERE, y a los de Convergència i Unió».
La exdirigente casi ha empujado a Génova a reconocer irregularidades en la financiación. Ser los primeros en explicarlas, ha augurado, les dará «una ventaja moral y política sobre el resto».
A pesar de reconocer que no es una fiel seguidora de las encuestas, Aguirre se ha mostrado «preocupada» por la bajada de votos populares que vaticinan los sondeos que publican algunos medios. Y ha dejado caer que una coalición entre PSOE e IU para gobernar el país también sería «preocupante».
