“Federalisme fàcil”, consejos para llevar la razón a nuestra convivencia

Resulta difícil explicar qué es el federalismo, especialmente en unos días donde lo que parece crecer es la polarización, el individualismo extremo, la negación de los demás, de aquellos que son o piensan diferente. De las sombras de la crisis del 2008 y de la covid emerge un mundo donde todo debe ser blanco o negro y que, por tanto, no tiene colores y es triste. ¿Cómo explicar los colores a los que nunca los ha visto? ¿Cómo explicar que el mundo es complicado y que la solución a sus problemas es necesariamente compleja a quienes le han ofrecido un chivo expiatorio para todos sus males?

Bien mirado, esto del federalismo no deja de ser un poco como uno de esos manuales de urbanidad y buenas maneras que proliferaban hace ya muchos años para enseñarnos a mantener las formas ya respetar a los demás. El federalismo es exactamente eso. Saber que hay otros y que debemos respetarlos.

El problema es que eso que parece tan fácil resulta tremendamente difícil. Tanto que para desacreditarlo, sus detractores sólo deben decir algo parecido a «esto no hay quien lo entienda» o «cuando sepamos qué es, igual os escuchamos». Esto, con mucha paciencia, con cierta voluntad pedagógica, con ganas de realizar una cierta tarea divulgativa, es lo que Club Còrtum, con el apoyo de EL TRIANGLE, se propuso hacer a través de Federalisme fàcil, un libro coral que reúne filósofas como Victòria Camps, periodistas como Rosa Cullell o José Luis Atienza, expertos en política lingüística como Jordi Font, economistas como Francesc Trillas, sindicalistas como Pedro López Provencio y así hasta una veintena de autores, que han querido contarnos cosas como cuáles son los valores del federalismo, cómo se vincula con el deporte, la cultura o las religiones. Nos muestran cómo cosas tan simples, y tan fundamentales, como nuestra propia salud o los numerosos retos ambientales que deben marcar nuestro futuro, incluso nuestra existencia como especie, sólo tienen una respuesta federal por el simple hecho de que nos afectan a todos y debemos resolverlos entre todos, ya que ninguna frontera puede detener la contaminación o el cambio climático, ni tampoco ninguna enfermedad ni ningún virus, como desgraciadamente hemos aprendido con la pandemia.

El federalismo viene a ser la némesis del nacionalismo, y quizá por eso vivió cierta eclosión durante los momentos más álgidos del delirio independentista que ha paralizado Catalunya durante diez años, que se llaman deprisa, muy especialmente entre aquellos que siempre apostaron por el diálogo como vía de solución de cualquier conflicto. De alguna manera tomamos conciencia de que llevamos décadas viviendo un experimento federalista, la Unión Europea, que a pesar de su lentitud y sus carencias ha sido capaz de preservar la paz en un continente marcado por siglos de guerras. Una Unión que nació justo después de que el nacionalismo llevara a Europa a ser el escenario de la mayor debacle bélica de la historia. Un federalismo que se ha manifestado más necesario que nunca después de que la fiebre nacionalista llevara a Rusia a invadir Ucrania cegada por la negación de su derecho a existir. Alguien podría recordar aquí que Rusia formalmente es una República Federal. Cierto. Tan cierto como que Corea del Norte es una República Popular Democrática.

La propuesta que nos hacen Club Còrtum y EL TRIANGLE con Federalisme fàcil es un libro comprensible que sirve, como mínimo, para visualizar la amplitud del federalismo, su capacidad para inundar todos y cada uno de nuestros espacios cotidianos por la simple razón de ser una forma de entender la vida basada en el respeto a las diferencias. De alguna manera, el federalismo es la filosofía de aquellos que son incapaces de dejar a nadie atrás porque saben, y ésta es quizá su única certeza indiscutible, que todos somos iguales en derechos y deberes por el simple hecho de ser humanos.

Esto exige un esfuerzo importante por poner el acento de nuestras relaciones como individuos y como comunidades en nuestras afinidades y no en nuestras diferencias. Probablemente por eso el federalismo práctico ha sido siempre una semilla de paz, posiblemente por la misma razón es menospreciado por los nacionalismos siempre ávidos de algún enemigo de quien defenderse.

Posiblemente, Borges en su poema Los conjurados, que Victoria Camps recoge en su artículo para Federalisme fàcil, hizo la mejor definición de lo que es la propuesta federal: “Que hombres de procedencias diversas tomen la extraña resolución de ser razonables”.

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