El independentismo no acaba de encontrar su lugar. No es ninguna novedad que las entidades soberanistas están preocupadas porque lo que hasta ahora ha sido su discurso ha caído en desgracia después de ver que los partidos han hecho pasos atrás o son incapaces de encontrar la manera de implementarlos.
Ante esto, la ANC escogió una nueva dirección que pudiera capitanejar la solución y ocupara el vacío de liderazgo desde que Sànchez está en la prisión. Pero resulta que Elisenda Paluzie, la nueva presidenta, no acaba de conseguirlo. Y es que parece que dentro de la ANC se ha alimentado durante años un monstruo que se ha hecho enorme en base de creerse la unilateralidad, la fuerza de la gente y aquella máxima del «sólo depende de nosotros».
Y cualquier variación a la hoja de ruta que implique no investir el «presidente legítimo» e implementar una supuesta república que consideran declarada, no les convence. Ni yendo Paluzie a visitar Puigdemont para intentar encajar un nuevo discurso con la figura del «presidente legítimo», acaba de funcionar. Las críticas internas y las acusaciones a cualquiera que propone salir de lo que se ha ido diciendo hasta ahora están superando ya a la nueva dirección. Tanto es así que algunos de los miembros del secretariado ya hablan en privado de crear alguna otra entidad que encare una nueva etapa menos hiperventilada.
