Las circunstancias que rodearon el enfriamiento de la presunta movilización del sector del Taxi de Barcelona en la jornada del 9 de diciembre no fueron del todo aclaradas por los propios responsables de Elite Taxi. Su líder y portavoz, Tito Álvarez, dejó abierta la posibilidad de que, después de todo, Joan Laporta se pueda plantear seriamente renunciar al acuerdo de patrocinio de Uber, origen de las protestas y de un conflicto con aristas más complicadas de lo que parece.
La concentración matinal de vehículos Taxi del pasado martes en la Gran Vía, donde se celebró la asamblea en la que debían fijarse los objetivos y la intensidad de las acciones del día de la huelga, acabó solamente en una marcha lenta hasta Foment del Treball, secuela más bien intrascendente. Y poco más, apenas la amenaza lejana de que, si no se aprobaba antes de marzo la nueva normativa, en este caso restrictiva para los VTC, Elite Taxi convocará una huelga indefinida hasta que el regulador cumpla con el compromiso adquirido en su día.
El discurso de Tito Álvarez acabó siendo mucho menos beligerante que cuando, al anunciar la jornada de lucha para el día 9 de diciembre, pronosticó una paralización histórica de la ciudad y de sus puntos neurálgicos, como las estaciones, el aeropuerto sobre todo, y el colapso de los accesos al Spotify y las vías estratégicas de mayor circulación dentro y fuera del área metropolitana de Barcelona.
Lo suavizó porque, según explicó, el jueves anterior se había reunido por segunda vez con el director general del FC Barcelona, Manel del Río, y otros ejecutivos, parece que esta vez con algo más de éxito que la primera, como reacción ante la indignación causada por el anuncio del acuerdo del patrocinio de Uber con el Barça. El primer ejecutivo azulgrana prometió entonces estudiar los argumentos del sector del Taxi antes de cerrar y de anunciar el convenio, una falsa promesa que solo pospuso una acción exprés de protesta el día del Barça-Olympiacos.
La base del rechazo del Taxi contra la atrevida operación de márquetin de Uber supone otro dardo directamente dirigido a la discutida y denodada imagen de Sergi Atienza, el presunto compliance officer del FC Barcelona que, como es sabido y notorio, solo sirve a los intereses privados de Laporta y que ha dado suficientes pruebas de que la supuesta buena praxis de su departamento, y del Barça por elevación, es uno de los escándalos de este mandato laportista.
En teoría, Sergi Atienza es quien debe velar porque el conjunto de estructuras, decisiones y controles de la directiva cumpla la normativa deportiva, societaria, financiera, laboral y ética, así como los propios Estatutos y acuerdos asamblearios del club.
Atienza vive instalado, por el contrario, en las antípodas de su función básica, pues cuesta encontrar en su historial pruebas evidentes e indiscutible de haber saneado o evitado ese modus operandi sistemáticamente alegal y casi delictivo de su presidente en la totalidad de los ámbitos de la gestión del club. Por poner ejemplos, la sospechosa y manipulada elección de Limak para la reforma del estadio, la absoluta y flagrante violación del acuerdo asambleario para la financiación del Espai Barça, las trampas contables reiteradas, las propias asambleas fuera de la ley o la aceptación de dinero de terceros, entre ellos proveedores, para pagar el coste los avales ilegales de la junta, constituyen una muestra más que alarmante de su contribución a las fechorías de la junta de Laporta y no a evitarlas como debería ser su principal motivación.
En el caso de Uber, la documentación aportada por Tito Álvarez sobre la mesa de la dirección general del Barça lo que intenta demostrar es que las actividades y comportamiento de la compañía, al menos en el contexto de la legislación catalana, no están reconocidas por la ley, menos aún por el Ayuntamiento de Barcelona, que a diario retira de la circulación vehículos Uber y les impone multas cuantiosas por carecer de las licencias y permisos correspondientes. Todo ello en un contexto de competencia en el transporte de viajeros que para Elite Taxi es completamente desleal y denunciable.
Manel del Río, que a la primera le tomó el pelo a Tito Álvarez, parece que no se lo tomó tan a cachondeo en la última cumbre, como resultado de la cual han desaparecido los vehículos Uber vinilados con el logo y la marca de la plataforma por decisión del Barça. El líder de Elite Taxi fue quien reveló esta recogida de cable que afecta, cómo no, a Uber y al Barça, al cumplimiento de su acuerdo.
Sobre este giro de los acontecimientos, el representante de Uber no fue contundente ni mucho menos cuando le preguntaron cómo se estaba desarrollando el convenio con el Barça. Se escudó en que «no tenemos prisa, vamos a estar muchos años con el Barça», incapaz también de asegurar si el Barça iba a implementar, como recoge su convenio, un espacio de enganche y desenganche de pasajeros en el nuevo Spotify, que sí prevé para la flota de Taxi el plan de movilidad firmado por el Barça con el Ayuntamiento según la licencia de obra concedida.
Desde luego, el compliance officer del Barça no habría hecho bien su trabajo dando luz verde a un patrocinio como el de Uber, cuya actividad en Barcelona y alrededores no se ajusta o está fuera de la ley, y lo estará aún más si se aprueba la normativa que debe ser aprobada en breve, antes de marzo, según las expectativas del sector.
Hace poco, también, el compliance officer del Barça ya quedó retratado por el acuerdo con Zero-Knowledge Proof (ZKP) como partner oficial de tecnología blockchain del FC Barcelona para los próximos tres años.
Esta compañía, creadora de una tecnología de cadena de bloques basada en la inteligencia artificial, estará vinculada al club durante los próximos tres años y ya se ha visto envuelta en la polémica por hacer coincidir este acuerdo con el Barça con el lanzamiento de un token a cargo de su primer responsable, Andrew Tate, personaje con cargos de violación y de prostitución en el Reino Unido. El FC Barcelona hubo de salir a desmarcarse en un comunicado y a filtrar que se planteaba romper el acuerdo de patrocinio para evitar verse salpicado por esta maniobra propagandística. La verdad es que Zero-Knowledge Proof (ZKP) sigue apareciendo como partner del Barça. Al igual que Uber y Uber Eats, que aparecen sospechosamente como sectores de negocio más fuera que dentro de la ley. Más y más sombras sobre la expansión del laportismo.











