El presidente de la Generalitat de Catalunya, el republicano Pere Aragonès, inició la semana pasada una serie de encuentros trimestrales con ciudadanos. Unos encuentros que se vendieron como una nueva forma de “acercar el presidente a la gente” y de “facilitar que responda a las preguntas” de los catalanes. Pero si se rasca un poco más en el funcionamiento de estos espacios se ve cómo no deja de ser un formato muy controlado y sin mucho sitio a salidas de guion.
El primero de los encuentros fue con jóvenes, pero todos ellos habían sido escogidos por Presidencia y representaban a sectores y entidades que ya antes se habían reunido con el gobierno de la Generalitat. Lejos de ser un diálogo, es un espacio más de mensaje controlado.
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