El estrambótico método científico de la consejera Jordà

El método científico es una forma objetiva y exitosa de adquirir conocimiento, todo lo contrario de los dogmatismos, religiosos y de todo tipo, basados en una adhesión a determinadas creencias sin nada que lo fundamente. Son vías totalmente opuestas para llegar a la verdad, cierta o supuesta. No debe extrañar, por tanto, que la aparición de la ciencia en Europa desatara una resistencia feroz por parte de la religión. Al menos, recordemos como Miguel Servet y Giordano Bruno acabaron en la hoguera y a Galileo Galilei le fue de muy poco

El método científico se basa fundamentalmente en la observación, la formulación de hipótesis, la experimentación para comprobarlas y la reformulación en caso de necesidad. Así lo hizo Newton para formular la ley de gravedad. Hoy en día, gracias al desarrollo de máquinas de gran potencia para realizar cálculos, la ciencia ha sustituido en parte el modelo físico por el numérico. Es decir, para diseñar un avión no es necesario hacerlo despegar a ver si se estrella o no; primero se hace un modelo puramente matemático para descartar las grandes incertidumbres y sólo se prueba físicamente cuando los cálculos numéricos dan suficiente garantía. Otro ejemplo: la previsión del tiempo se fundamenta en modelos matemáticos: se puede saber que pasará pasado mañana sin necesidad de estar instalado en el tiempo futuro.

Esta introducción es para ayudar a entender el estrambótico método científico que acaba de inventar la consejera Jordà en relación con la construcción de grandes parques industriales de generación eléctrica eólica en el mar. Para la aprobación del Plan de Ordenación del Medio Marino (instrumento que ha decidido que el único lugar para producir eólico marina en toda Cataluña está frente a la bahía de Roses) se hizo una tramitación administrativa para aprobar una evaluación ambiental. Pues bien, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico invitó a 18 organismos de la Generalitat a participar en el proceso; sólo uno presentó alegaciones (la Dirección General de Políticas de Montaña y del Litoral) pero ni la Agencia Catalana del Agua, ni la Oficina del Cambio Climático ni la Dirección General de Pesca y Asuntos Marítimos (por poner sólo tres ejemplos de los diecisiete que pasaron de todo) mostraron ningún tipo de oposición al proyecto.

Una vez aprobado que se puede hacer un macro-parque frente a Roses, la consellera Jordà, con un evidente pánico escénico a la oposición del territorio y del mundo científico, tiene una ocurrencia y anuncia: haremos un parque pequeñito, miraremos qué pasa y si se detectan impactos significativos, irá en persona a Europa a pedir que se detenga todo. Incluso ya han creado un artefacto más (llamado PLEMCAT), dependiendo del Instituto de Investigación en Energía de Cataluña, organismo en el que Endesa, Naturgy y Enagas forman parte del Patronato.

¿Qué pasaría si este método científico de la consejera Jordà se aplicara a otros grandes proyectos controvertidos? Por ejemplo, podríamos hacer dos kilómetros del cuarto cinturón entre Sabadell y Terrassa, y probemos si funciona antes de terminar toda la autopista. También podría aplicarse a la ampliación del aeropuerto de Barcelona; construimos primero 200 metros de pista sobre el mar y si los grandes aviones pueden aterrizar sin problemas y se demuestra que no existe impacto ecológico, lo acabamos. Incluso, ante la posibilidad de la desaparición de un pinar a orillas del mar en la Costa Brava para la construcción de una urbanización, primero hacemos dos o tres chalés y si la cosa queda bonita, autorizamos que se hagan los otros trescientos. Y el mismo método podría aplicarse en el Hard Rock, en los juegos olímpicos de invierno, en la construcción de líneas de muy alta tensión o en el corredor ferroviario del Mediterráneo: primero hacemos un poquito, miramos qué pasa y seguimos o no. El método científico de la consejera Jordà es del tipo “republiqueta” de unos cuantos segundos.

En esta propuesta de un parque experimental veo dos problemas: que el ensayo será con aerogeneradores distintos de los que desean instalar (ni tendrán más de 200 metros de altura ni una potencia de 18 MW) y que el calendario es incompatible con el objetivo de un GW funcionando en 2030. Sin embargo, esperaré que el PLEMCAT haga pública su propuesta y si puede ser una contribución significativa a decidir si el macro-parque es compatible con la biodiversidad de la zona, daré personalmente por bueno el estrambótico método científico de la consejera. Claro está, a condición de que los científicos la avalen…

Nos esperan grandes cosas en un futuro próximo, que este mirón irá comentando.

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