Los extremos se tocan. ¡Y tanto!

En los últimos días hemos tenido dos manifestaciones de signo tan opuesto que han coincidido en su reivindicación: oponerse a la eliminación del delito de sedición del Código Penal español. La del pasado jueves la convocaron los sectores independentistas contrarios al diálogo con el gobierno de Pedro Sánchez. ERC tuvo que apuntarse a regañadientes para no perder comba del independentismo más radical. La excusa, comprada por los medios procesistas que todavía quedan, incluida TV3, es que se había elegido Barcelona para celebrar la cumbre hispano-francesa para demostrar que el proceso estaba acabado. Resultado: una manifestación del poder de convocatoria decreciente del independentismo, provocado en buena parte por la guerra fratricida entre los partidarios de Puigdemont y Junts y los de Junqueras, Aragonès y ERC.

El sábado, en la manifestación convocada por Vox, PP y Ciudadanos en Madrid, la argumentación se fue al otro extremo. Allí, se acusó al gobierno de Sánchez de entregar a España a los independentistas con la reforma del delito de sedición y otras medidas que han contado con los votos de ERC. En este caso, la excusa de la convocatoria era que España se rompe y que Sánchez lo promueve porque necesita los votos de los republicanos catalanes para seguir como presidente del gobierno.

Ambas manifestaciones fueron convocadas por dos franjas sociales teóricamente opuestas. Una quiere la independencia de Catalunya y otra, una España más uniforme. Si coincidieran en la misma manifestación se liaría parda. Convocarlas con dos días de diferencia y seiscientos kilómetros de distancia lo ha hecho imposible. Para una visibilidad más clara de la coincidencia de objetivos desde posiciones tan contrapuestas habría estado bien hacerlas coincidir, al menos, el mismo día y hora.

No es la primera vez que se da una coincidencia de este tipo. La expresión «los extremos se tocan» no es nueva. Lo hemos visto muchas veces en el mundo de la política. En Cataluña, España y en medio mundo. A mí me recuerda el gag que más me gusta de El Tricicle donde en lo alto de un ring hay tres boxeadores. Dos se pegan y el tercero se pone por en medio y es el que siempre recibe los golpes. Es tan absurdo que me hace reír mucho. La coincidencia de los independentistas con Abascal y compañía es también absurda. Pero no tiene gracia alguna.

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