Detrás de una caja

Éstos últimos días estoy leyendo en redes muchas publicaciones contra Irene Montero. La ministra de igualdad tiene muchas actitudes e historias por la que ser criticada, pero algo llama la atención, el aluvión de mensajes que se centran en criticar su etapa como cajera de supermercado.

Dicha crítica va dirigida a su persona, pero lo peor es la lectura que se extrae en torno a ello. Según esas críticas debería avergonzarse de su trabajo en la caja de un establecimiento, por lo tanto los que emiten tales críticas consideran que es un trabajo que ejercen personas inferiores, una ocupación de la que burlarse.

Dejando a un lado que detrás de una caja hay miles de personas con estudios superiores, trabajando para poder subsanar sus gastos mientras buscan un futuro, también hay otras personas sin formación académica. Quizás la vida o las circunstancias les ha llevado a trabajar cara al público, en almacenes, en mercados, restaurantes …..muchas desde edad muy temprana. Están menos valoradas socialmente, pero quizás gozan de una formación de vida y de conocimiento social que muchos de los clasistas que las critican no llegarán a tener en su vida, vivir en la burbuja de la “excelencia” es lo que tiene, los limita a no ver más allá de sus narices.

Últimamente noto con tristeza como se infravalora a las personas que mantienen su vida echando horas en trabajos no cualificados, personas que después de su jornada tienen inquietudes, conocimientos sobre diversos temas, experiencias e historias de las que seguramente muchos/as podrían aprender.

En ese escalón hay personas sin carrera que han criado varices detrás de un mostrador o se han destrozado las manos limpiando para poder pagar las de sus hijos, no solo merecen respeto también reconocimiento.

Trabajo no cualificado, así le llaman mientras gran parte de esa sociedad que se cree mejor no aguantaría dos días quebrándose la espalda o lidiando con el público sin perder los papeles.

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