Cataluña tiene que ser solidaria con Andalucía

La vertebración ferroviaria de la península Ibérica, que es clave para el desarrollo de todas nuestras potencialidades económicas, sufre un exasperante retraso secular. Lo han vuelto a poner de manifiesto los 1.600 empresarios que se reunieron el pasado jueves en el Centro de Convenciones Internacional de Barcelona para exigir la aceleración de las obras de construcción del Eje mediterráneo con ancho internacional, para que puedan transitar rápidamente las personas y las mercancías.

El esquema es transformar la actual España radial -heredera de la mentalidad borbónica importada de Francia, con epicentro en Madrid-, en una península Ibérica conectada también de manera circular. Pero, en este sentido, vamos muy retrasados, y no solo por culpa del Gobierno español.

En Portugal también sufren el centralismo absorbente de Lisboa. Parecería lógico que la fachada del Atlántico, desde el Algarve a Galicia, estuviera unida por alta velocidad ferroviaria, como se está haciendo, con penas y trabajos, al otro lado, en la cornisa mediterránea.

Pero, a estas alturas, no hay ni un metro construido del AVE del Atlántico. Hasta el punto que para conectar las dos principales ciudades de Portugal -Lisboa y Oporto-, a una distancia de 300 kilómetros, se usa el avión o una carísima autopista de peaje (!).

Desde Cataluña, tenemos la percepción que el Corredor Mediterráneo tiene que servir, sobre todo, para unir con alta velocidad Barcelona con València y, si se tercia, con Alicante, por aquello de los Países Catalanes. En este sentido, y según el cronograma del ministerio de Fomento, “lo tenemos a tocar”: en 2025, el AVE, para pasajeros y mercancías, ya estará plenamente operativo entre la Jonquera y Murcia, quedando pendiente solo la gran obra de soterramiento de las vías en València.

Pero hay que tener muy claro que el verdadero Corredor Mediterráneo empieza en Algeciras y resigue todo el litoral. La realidad es que el tramo que va de Murcia al Campo de Gibraltar –pasando por Almería y Málaga- está en pañales y no hay fechas para culminarlo.

Además, desde Madrid tienen la tentación de obviar esta gran inversión y derivar el tráfico de Algeciras hacia el norte aprovechando la línea ya existente del AVE de Sevilla. Esto convertiría Almería en un islote sin conexiones ferroviarias, un agravio que los andaluces consideran escandaloso y del todo inaceptable.

Cataluña tiene que ser solidaria con Andalucía y exigir que el Eje Mediterráneo se ejecute en su integridad y sin usar atajos tramposos. Los empresarios valencianos -que se han organizado en un poderoso lobby– lo tienen claro y se han erigido en los principales impulsores del corredor ferroviario hasta Algeciras.

Este objetivo no es ningún capricho. El puerto de Algeciras y el de Tánger Med –ubicado al otro lado del estrecho de Gibraltar- son dos formidables y potentes infraestructuras que acaparan buena parte del tráfico marítimo con América y África.

Además, en un reciente viaje a Tánger he podido constatar la gran dinámica económica que vive esta ciudad, impulsada por el hecho que el Gobierno de Marruecos ha construido un moderno AVE que une esta metrópolis con Rabat y Casablanca. El proyecto para atravesar el estrecho de Gibraltar con un túnel ferroviario está muy estudiado y solo hace falta la voluntad política y el empujón financiero para ejecutar esta gran obra de ingeniería que tiene que unir los dos continentes.

Por consiguiente, que el Corredor Mediterráneo llegue hasta Algeciras es una apuesta estratégica de primera magnitud y hay que continuar haciendo presión para que el ministerio de Fomento y Adif programen su planificación y ejecución con plazos concretos, tal como ha hecho en el tramo La Jonquera-Murcia. ¡Son América y África y la conexión con Europa los horizontes por los que hay que luchar!

En este sentido, valoro y aplaudo la inteligencia y el coraje de los empresarios valencianos, que son, en realidad, los grandes promotores del Eje Mediterráneo en su integridad. Su presencia en el acto de Barcelona fue multitudinaria, en contraste con la menguada representación catalana.

Esto me lleva a una reflexión: ¿dónde está el gran empresariado de Cataluña, protagonista de tantas páginas de nuestra historia colectiva reciente? Ha sido víctima del “procés” y ha desaparecido de escena, asustada.

Solo hay que dar un vistazo a las tres organizaciones más significativas del patriciado catalán: Fomento del Trabajo, presidido por Josep Sànchez Llibre, un ex-político sin ninguna experiencia empresarial; la Cámara de Comercio de Barcelona, presidida por la independentista Mònica Roca, que dirige (con todos los respetos) la pyme IsardSAT; y el Círculo de Economía, presidido por un ex-directivo bancario, Jaume Guardiola, con una controvertida trayectoria en el Banco Sabadell (que ha sido deslocalizado a Alicante) y como presidente de la comisión económica del Barça de Joan Laporta.

Nos guste o no, Cataluña está inmersa en una espiral de decadencia económica. Nos hemos convertido en una tierra colonizada por las multinacionales, donde los “cerebros” locales aspiran a convertirse en empleados de empresas extranjeras… o a emigrar en busca de oportunidades laborales.

En contraste con esta deprimente realidad, la Comunidad Valenciana va como un cohete, con empresarios autóctonos desacomplejados que hacen sentir y ejercen su poder expansivo. Está claro que la situación política valenciana ayuda mucho, con la estabilidad y la fiabilidad que dan el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, y el alcalde de València, Joan Ribó. ¡Qué diferencia con los desastres que hemos sufrido en Cataluña con los últimos presidentes y la ineptitud patológica de la alcaldesa Ada Colau!

Barcelona era, hasta ahora, la capital indiscutible del Mediterráneo occidental. De manera sigilosa, pero tremendamente eficaz, València se está consolidando como el nuevo epicentro del arco mediterráneo, de Algeciras en Montpellier. En este sentido, no es casualidad que la gran factoría de baterías se instale en Sagunto.

Un último apunte sobre el Corredor Mediterráneo. Hay que exigir que Francia haga sus deberes con celeridad. El tramo ferroviario entre La Jonquera y Montpellier no está condicionado para los trenes de gran velocidad, que tienen que aminorar la marcha. Según las previsiones del Gobierno francés, esta obra no estará finalizada ¡hasta el año 2040!

Esto es totalmente inadmisible y Bruselas debe intervenir. ¿De qué sirve acelerar la construcción del Eje mediterráneo en España si después se encuentra con un cuello de botella en Francia? El Corredor Mediterráneo tiene que servir, fundamentalmente, para mover mercancías a los mercados europeos y por eso es absolutamente imprescindible que el tramo La Jonquera-Montpellier sea modernizado con rapidez.

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