El personal de Barça TV ha anunciado movilizaciones con el propósito de forzar una negociación que devuelva a los trabajades unas condiciones dignas de trabajo más allá de sus reivindicaciones salariales. Según argumentan los representantes laborales del canal azulgrana, de un tiempo a esta parte se vienen degradando, en su conjunto, la calidad y nivel profesional apropiados como consecuencia de las rebajas en los contratos, reducciones de sueldo y abuso de la flexibilidad de una plantilla sometida a largas jornadas de trabajo, incluidos los festivos, sin que las numerosas horas extras exigidas hayan sido remuneradas.
Es una señal inequívoca de que la junta planea algún tipo de cambio radical en una televisión que, contradictoriamente, acaba de iniciar una nueva etapa de impulso y de relanzamiento con muchas más horas de directo, estudio e informativos.
Los sindicatos denuncian un empeoramiento desde que en 2015 Telefónica se hizo cargo de la producción de Barça TV y de su personal, y afirman que los trabajadores “sólo han hecho que perder condiciones laborales y salariales. Cada nueva incorporación a la plantilla lo hace con peores contratos, ya sea por el salario base, por la categoría profesional, por la falta de especificación del puesto a cubrir, etc.”. La situación es de aislamiento debido a que el interés de Telefónica por el canal decayó en cuanto el FC Barcelona se vio obligado a ceder sus derechos de televisión de Liga y Copa a la Liga de Fútbol Profesional y, como el resto de los clubs, no pudo seguir comercializando directamente sus derechos de explotación de la Liga. Hoy, como consecuencia de esta reorganización, el grupo TBSC (Telefónica Broadcast Services Catalunya Barcelona Producciones SLU) es la empresa integrada exclusivamente por la plantilla de Barça TV que cuenta con el FC Barcelona como único cliente. Sus trabajadores, por tanto, no se benefician de la mejoras del convenio de los empleados del club ni tampoco del convenio de los empleados de Telefónica.
Ha sido así desde que, en los primeros años de la presidencia de Sandro Rosell, a causa del contrato leonino firmado en su día por Joan Laporta a favor de Mediapro como proveedor exclusivo, decidió cerrar Barça TV, pues representaba un coste parecido al de la propia Masia. Fue clave, en aquel momento, la intervención de Jaume Roures, que aceptó quedárselo y salvar el canal, incluido todo el personal, a cambio de un año más de contrato por los derechos de televisión de la Liga. Expirado este acuerdo, la directiva de Josep Maria Bartomeu no encontró tampoco la fórmula para hacer rentable un canal, desde entonces en manos de Telefónica, condenado a la precariedad porque no tiene derechos y porque los costes de la televisión convencional digital terrestre han ido aumentando en la misma proporción que ha ido descendiendo la audiencia.
Las reivindicaciones de hoy, por parte de los trabajadores, son el primer síntoma de que algo pasará -nada bueno para esa plantilla abandonada en tierra de nadie- pues también se cayó como un castillo de naipes el fervor financiero por esa palanca de Barça Studios, que en realidad no ha tenido nada que ver con la cruda realidad de la explotación de los contenidos audiovisuales y sí con otros activos como el blockchain, el metaverso, los Fan Tokens y los NFT.
El futuro de Barça TV pinta negro al menos en el formato y las características técnicas con las que se mantiene una producción que, por orden de la junta directiva, exige más horas de emisión, más trabajo y más contenidos a cambio, afirman los sindicatos, de un 28% menos de poder adquisitivos de su personal, parte del cual se ha ido a buscar trabajo a otra parte. Detrás de esta estrategia de Laporta, de poner el canal en serios apuros para su supervivencia, empieza a dejarse ver la amenaza de una profunda reestructuración de este ámbito audiovisual.
Laporta y Telefónica nunca se han llevado bien. Al contrario.
