La traición de Rialb

El pantano de Rialb, ubicado en la cuenca del río Segre, en la zona de Ponts (La Noguera), está vacío. Según los últimos datos de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), solo retiene, actualmente, el 5% de su capacidad total, que es de 403 hectómetros cúbicos. Entre otras consecuencias, esto ha obligado a parar, por primera vez, la central hidroeléctrica que hay en la presa y que explota la empresa Acciona.

La historia del pantano de Rialb es la crónica de una gran traición: la que hicieron los grandes partidos democráticos surgidos de la transición post-franquista a los vecinos de este fértil valle del Medio Segre y a los incipientes grupos ecologistas y de defensa de la tierra que les apoyaban.

Yo conocí de primera mano este conflicto –que se vivió entre los años setenta y noventa- y, como periodista, seguí de cerca su evolución, con la publicación de numerosas informaciones y reportajes. Fruto de este trabajo, con el compañero Xavier Garcia escribimos el libro Pantà de Rialb. Elegia pel Mig Segre, publicado por Editorial Pòrtic en 1986.

El proyecto del embalse de Rialb se incubó durante el franquismo, impulsado por el entonces procurador en Cortes por Lleida, Joaquín Viola Sauret, que más tarde sería designado alcalde de Barcelona (1975-76). Joaquín Viola Sauret tuvo un trágico final: en 1978, él y su esposa fueron asesinados con una bomba colocada en el pecho por un comando independentista.

Inicialmente, la construcción de un nuevo embalse en la cuenca del Segre se había previsto aguas arriba del pantano de Oliana –en el desfiladero de Tres Ponts- con el objetivo de regular mejor el río y garantizar, de este modo, la dotación de agua de riego para el canal de Urgell y para el proyectado canal Segarra-Garrigues. Pero, en una oscura maniobra de despachos, típica del franquismo, el pantano de Tres Ponts “desapareció” y se sustituyó por el embalse de Rialb, aguas abajo de Oliana, a pesar de que esto suponía que el agua necesaria para regar tendría que ser bombeada a una cota superior.

La construcción del pantano de Rialb tenía que suponer, por su gran extensión, la creación del embalse de agua más grande de Cataluña. Durante años, se especuló con que la implantación de este enorme depósito hídrico en el valle del Medio Segre tenía una intención oculta: el futuro trasvase de caudales a la cuenca de Llobregat para aumentar el suministro del área metropolitana de Barcelona, una sospecha que indignó a los habitantes de estas comarcas, pero que nunca se llegó a materializar.

El proyecto del pantano de Rialb, diseñado durante el franquismo, fue una chapuza conceptual. En primer lugar, porque está en una cota más baja que las zonas de regadío que alimenta. En segundo lugar, porque su capacidad es cuatro veces superior a la del embalse de Oliana, que es desde donde le llega el agua del Segre, cuando tendría que ser a la inversa. En tercer lugar, porque está asentado en una zona sísmica (la falla del Segre) y fue una grave irresponsabilidad levantar una presa de 100 metros aguas arriba de localidades como Ponts, Artesa de Segre o Balaguer, que quedarían inundadas si se produjera la rotura del pantano a causa de un terremoto.

Pero, sobre todo, está el drama humano que comportó la construcción del embalse de Rialb. Centenares de personas que vivían en los pueblos de Tiurana, Bassella, Castellnou, Miralpeix, Aguilar, la Clua… fueron obligadas a marchar de sus casas, que quedaron sumergidas bajo las aguas empantanadas. El Medio Segre era una rica zona de huerta que estaba habitada, desde hacía siglos, por familias campesinas que, con la inundación de este valle, perdieron su hábitat natural y su patrimonio.

Durante los años de la transición post-franquista, muchos de los nuevos políticos que surgieron se interesaron y apoyaron la lucha de la gente del Medio Segre contra la anunciada construcción del pantano. Hay que destacar, en este sentido, el compromiso de la dirigente de Convergència en la demarcación de Lleida, Maria Rubies, y del senador socialista Josep Ball.

Estaban convencidos que la necesaria regulación del Segre para garantizar los riegos agrícolas no tenía que comportar, forzosamente, la destrucción de este valle ni la traumática expulsión de sus habitantes. Había alternativas técnicas más racionales, más inteligentes y, sobre todo, menos devastadoras para poder alimentar los canales de regadío del Urgell, la Segarra y las Garrigues.

Estamos hablando de la época que va entre los años 1975 y 1980, cuando, después de la muerte del dictador, todo estaba por hacer y todo era posible. En este contexto de cambios profundos, parecía que el disparate del proyectado embalse de Rialb quedaría archivado para siempre y que la nueva clase política democrática impulsaría las alternativas de regulación del Segre que se habían diseñado, con la construcción de una red de pequeños embalses laterales que mantendrían la plena capacidad operativa del pantano de Oliana.

Pero nada de todo esto pasó. Los gobiernos de Jordi Pujol (a partir de 1980) y de Felipe González (a partir de 1982) se conjuraron para sacar adelante el proyecto franquista del pantano de Rialb, ideado por el procurador Joaquín Viola Sauret. Los políticos que, como Maria Rubies y Josep Ball, habían apoyado a la gente del Medio Segre acabaron en el ostracismo. Las obras del pantano empezaron el 1992 y fueron inauguradas en 2000, por la entonces ministra Isabel Tocino (PP). Los vecinos de los pueblos del Medio Segre tuvieron que marchar de sus casas y buscarse la vida en otros lugares.

Yo, como periodista y activista en defensa de Cataluña y de su territorio y su gente, admito que en mi vida he sufrido dos derrotas: la del pantano de Rialb y la de las centrales nucleares de Ascó y de Vandellòs, unos conflictos en los cuales me involucré profesionalmente y personalmente a fondo. Era demasiado joven. Después, aprendí cómo se tiene que luchar para ganar y me conjuré que nunca más perdería una batalla. Como así ha sido.

Una de mis armas más preciadas son la paciencia y la perseverancia. Por eso, cuando estos días constato que el embalse de Rialb solo almacena el 5% de su capacidad, que Acciona ha tenido que parar su central hidroeléctrica y que los campesinos del Urgell, la Segarra y las Garrigues tiemblan de miedo porque peligra el abastecimiento de los canales que riegan sus campos, no puedo más que rememorar mis antiguas estancias en el valle del Medio Segre, con los heroicos resistentes de Tiurana, Bassella, Castellnou, Miralpeix, Aguilar, la Clua…

Tenía y teníamos razón. El pantano de Rialb es un error que no sirve para regular el río Segre y está vacío. Además, el cambio climático acentuará los periodos de sequía y el embalse más grande de Cataluña quedará obsoleto. Del mismo modo que la central nuclear Vandellòs I se incendió en 1989 y que las centrales de Vandellòs II y Ascó I y II son unas “cafeteras” atómicas que no paran de da acumular averías.

La traición de los grandes partidos democráticos surgidos de la transición post-franquista la hemos pagado y la pagaremos muy cara. Pero el combate continúa, de victoria en victoria, hasta la victoria final. 

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