Laporta prepara otro cuento chino como el del Reus, con el mismo staff

Acaba de nombrar jefe de la oficina del Barça en Nueva York a Bryan Bachner -ya lo era de la de Hong Kong-, ex mano derecha de Joan Oliver y responsable de la compra y desvió de los recursos del club a uno chino

Bryan Bachner

El modus operandi de la banda de Reus integrada por Joan Oliver, Joan Laporta, Xavier Sala Martín y Rafael Yuste, que condujo a la desaparición del club de la noche a la mañana, se reproducen con una alarmante fidelidad en el Barça actual. La diferencia principal radica en que esta vez pueden destruir el club azulgrana en un tiempo récord, sin los disimulos ni las vueltas en círculo que precedieron al triste y amargo final del histórico y centenario club del Baix Camp. 

También el desenlace será distinto pues el Barça no desaparecerá en cuestión de meses ni en plena competición, sino que entre Goldamn Sachs, Sixth Street y Socios.com intentarán salvarlo a nivel económico y financiero con la finalidad, lógica por otra parte, de no perder sus inversiones y tratar de obtener beneficios a medio plazo. Eso sí, después de una reconversión, sea tácita o formal, en un modelo SA, mixto o simulado, pues estos inversores cuentan con la fuerza de una marca de la que resulta inseparable esa identidad social del club, tan exclusiva y singular. Harán bien en tratar de conservarla, al menos en la apariencia democrática de que sean los socios quienes puedan seguir eligiendo a la junta directiva y al presidente del club, pues eso forma parte de su atractivo y de su razón de ser, aunque en el futuro sus atribuciones acaben siendo limitadas para proteger la entidad de saqueadores y vándalos como la junta actual.

El reciente nombramiento de Bryan Bachner como nuevo director de la oficina del Barça en Nueva York confirma el oscurantismo y la endogamia de ese reducido staff de la empresa ‘familiar’ en el que Laporta ha convertido el club, un patio en el que sólo pueden jugar los amiguetes, un escenario muy similar, por no decir idéntico, al del Reus antes de entrar en barrena. 

Bryan Bachner fue el director de CSSB Limited, la empresa promovida y liderada por Joan Oliver, ex CEO del Barça en la anterior etapa de Laporta, que formalizó la compra del Reus y su posterior gestión. Joan Laporta, Xavier Sala Martín y Rafael Yuste integraban su accionariado.

El año pasado, poco después de ir tomando las riendas del club, fue el propio presidente quien nombró a Bachner como director de la oficina del FC Barcelona en Hong Kong. Aquella fue una decisión controvertida que no contó entonces con el plácet del CEO Ferran, que acabó dimitiendo a causa de la suma de este tipo de acciones furtivas de quien ahora ha asumido todo el control, o descontrol del club, como presidente ejecutivo. Sin duda, cuando Reverter anunció su marcha, Laporta respiró tranquilo y feliz, pues desde entonces ha podido campar a sus anchas, lo primero cerrando apresuradamente ese extraño y nada trasparente trato con Spotify. Luego, además de provocar unas pérdidas récord de 481 millones, poner en marcha esta burda y barata ingeniería financiera consistente en malvender hoy las joyas de la abuela para comprar en las mejores tiendas de lujo aun sabiendo que a partir del 1 de julio de 2023 el déficit estructural, las deudas y el recorte en los ingresos serán un lastre ya insuperable por más títulos que pueda ganar Xavi.

Hasta entonces, barra libre no solo en el mercado de fichajes europeo. También a nivel interno Laporta se asegura de que nada trascienda sobre la gestión del día a día del club, de cómo se negocian los contratos, si los hay, de patrocinadores locales, de los amistosos, de las licencias de las Barça Escoles, de las agencias de reventa oficial, de los proveedores, que han sido relevados en un ciento por ciento en un año, y hasta de los fichajes. Las cifras finales totales de las operaciones de Laporta ya no figuran en las comunicaciones oficiales propias ni en las ajenas, pues a imagen y semejanza de Spotify es Laporta quien está imponiendo a clubs y sociedades una especie de cláusula de confidencialidad. Por ejemplo, como ha trascendido en el caso el Bayern, el club alemán se vio obligado a anunciar el traspaso de Lewandowski por una cifra inferior a los 60 millones pagados por el FC Barcelona. Esa fue la condición expresa impuesta por Laporta en el trato.

La estrategia de nombrar a un mismo director para las oficinas de Hong Kong y de Nueva York sólo pretende no dejar cabos sueltos, impedir que nadie más que Bryan Bachner reporte directamente a Joan Laporta sobre lo que se pueda cocer en ambos frentes a nivel comercial. Ya es seguro que el club no aportará información ni registros de los flujos de negocio de ambas oficinas hasta ahora y mucho menos en los meses venideros.

Joan Oliver, su anterior jefe en el Reus, empezó más o menos así en el Barça, allá por el 2007, como agente encubierto del club azulgrana para los asuntos de la explotación de los derechos de televisión en la zona América, un semi-cargo con sede en Nueva York inventado por Laporta provisionalmente mientras se deshacía, tras el voto de censura, de la molesta carga directiva de los Ferran Soriano o Evarist Murtra, etcétera, Y por supuesto a la espera de finiquitar a la directora general Anna Xicoy, en su día designada por Juan Echevarría, suegro de Joan Laporta, para defender los intereses del aval cubierto por la familia Echevarria, el mismo motivo por el que se incorporó su hijo Alejandro Echevarría, el cuñado miembro de la Fundación Francisco Franco, otro de los que también ha vuelto a formar parte de ese núcleo duro actual del presidente. Para lo que haga falta.

Bryan Bachner, que se ha especializado en el mercado asiático, el chino principalmente, seguía siendo hasta hace poco el propietario del BIT Football Club de Pekín de la segunda división. A ese club fueron dirigidos la práctica totalidad de los recursos del Reus después de formalizar su extraña y sospechosa compra en junio de 2016. El vaciado del equipo catalán en beneficio de los intereses del club chino, en parte propiedad del nuevo jefe de la oficina del Barça en Nueva York, nunca fueron aclarados ni explicados del todo. De esa película de misterio sólo se sabe el final, el de los siete millones de pasivo que cavaron su tumba.

Con estos precedentes y los acreditados por esa misma banda del Reus, que ya anteriormente ya habían dejado el Barça con 47,6 millones de pérdidas al final del mandato de Laporta, siendo por aquel entonces Joan Oliver el director general, Rafael Yuste el vicepresidente y Xavier Sala Martin el tesorero, estos nuevos galones y  reconocimiento a Bryan Bachner no sugieren nada bueno ni edificante para un club que, exactamente igual que el desaparecido Reus bajo su administración, ha entrado en una grave espiral de crisis financiera.

La venta de activos, las palancas de Laporta, no son más que una forma de extracción urgente y descontrolada de las riquezas y de los tesoros de un club que a partir del año que viene verá gravemente amenazada su supervivencia. Sobre todo, porque la actual junta no ha actuado sobre el verdadero problema que le afecta, el déficit estructural de más de 150 millones detectado el curso pasado y los no menos de 100 millones de esta temporada que ha habido que cubrir con el dinero de esa ventas, todas cerradas con urgencia y bajo la presión de las fechas límites del cierre del ejercicio al 30 de junio y ahora de la inscripción de futbolistas a tiempo de jugar el primer partido de Liga el 13 de agosto. 

Al Barça apenas le quedarán más joyas que llevar a la casa de empeños cuando vuelva a necesitar liquidez y fondo de maniobra. Nada que perturbe o preocupe a Laporta, que sigue confiando en las mismas personas y asesores que, manifiestamente, o no sirven para defender los intereses generales del club y de los socios o simplemente se limitan a decir amén a las homilías más bien satánicas del presidente a cambio de tener asegurado un tren de vida de cinco estrellas a costa de los recursos del club. 

La lista de beneficiarios, de ese ‘camarote’ donde se toman las grandes decisiones, está integrada por el inefable Enric Masip, Pere Lluís Mellado, otro que estuvo en el Reus y ex abogado del despacho de Laporta, la misma procedencia de Manana Giorgadze, más que una jefa de gabinete, su hija, Paloma Mikadze y su novio, así como Xavier Mas, elevado a compliance officer. La hermana del presidente, Maite Laporta, su prima, Marta Segú, y su otro hermano, Xavier Laporta, de quien se dice que ‘remata’ los contratos mejor que Lewandowski conforman, nunca mejor dicho, esa empresa familiar en la que Mercè Garriga, secretaria al mando, intenta poner algo de orden en ese enjambre de mediocridad.

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