La presidenta del Parlament, Laura Borràs, podría acabar ante un juez por haber troceado presuntamente contratos públicos y por haber favorecido, supuestamente, un amigo. Ella y JxCat aseguran que todo es un montaje del Estado para acabar con ella por ser independentista. Pero en ERC y la CUP no lo tienen claro. Además, el reglamento del Parlamento catalán dice que si a un diputado se le abre juicio oral por delitos de corrupción, se le tiene que suspender de las funciones. Y este podría ser el caso de Borràs. ERC, JxCat y CUP están negociando una complicada estrategia que implicaría que el reglamento se aplicara pero que la Comisión del Estatuto del Diputado matizara que el origen podría no ser la corrupción, sino la represión, para impedir así que la presidenta deje de ejercer.
Laura Borràs se siente sola. La presidenta del Parlament ha confesado a parte de su equipo que se ve bunquerizada, parapetada en su despacho de la Ciutadella, resistiendo en sus causas, y que no nota el calor de los que se supone que son los suyos. No nota el apoyo de Junts y solo recibe que puñaladas internas. Y no ve el apoyo de ERC y la CUP cuando lidera estrategias que considera valientes para la causa independentista.
