Nissan se despide de Barcelona. La marca japonesa ha puesto fin esta semana a una de las líneas de producción de la Zona Franca, la que fabricaba la furgoneta eléctrica eNV-200, y el próximo 15 de diciembre hará lo propio con la segunda cadena de montaje, hasta ahora encargada de la pick-up Nissan Navara.
Mientras Nissan encamina su adiós a Barcelona con el fin de la fabricación de vehículos y el desmantelamiento de la planta, los miles de trabajadores de la compañía -y los indirectos- siguen en vilo pendientes de su futuro. Aquellos que vayan perdiendo su trabajo -hasta ahora unos 300-, cobrarán desde su casa un permiso retribuido hasta el 31 de diciembre. Ésa es la fecha escogida por el fabricante para dar de baja su actividad.
Trabajadores, sindicatos, Gobierno y Generalitat viven pendientes de la decisión que tome el fabricante chino Great Wall Motors (GWM). La empresa asiática tiene sobre la mesa una contrapropuesta firmada por las diferentes administraciones para que se haga cargo de devolver la actividad de las plantas de Nissan y asuma a sus empleados. El próximo 17 de diciembre se reúne la mesa de reindustrialización y, para entonces, la ministra de Industria, Reyes Maroto, confía en tener una respuesta positiva.
«Pese a que GMW nos dijo que daba por cerradas las conversaciones, hicimos una propuesta, la mejor propuesta posible, que está sobre la mesa de los directivos de la empresa china», destacaba el conseller de Empresa, Roger Torrent, en Catalunya Ràdio. Por parte de los sindicatos, CCOO Nissan afirma en un comunicado que “los comités de empresa siguen trabajando para conseguir el mejor proyecto industrial viable para nuestras plantas y conseguir recuperar el empleo que se pierde”.
En mayo de 2020, cuando el gigante nipón anunció su marcha, 3.000 personas trabajaban en sus plantas. El impacto económico y social es aún mayor al considerar los miles de empleos indirectos que desde entonces se han destruido o han quedado en el aire hasta que se encuentre una solución.
