El papel de En Comú Podem en la política catalana y en el Parlament ha hecho un giro de 180 grados. Los comunes han pasado de ser prácticamente irrelevantes, no tener ninguna capacidad de influencia y una utilidad dudosa en la vida pública, a ser el socio preferente del Govern, el elemento clave para la aprobación de los presupuestos de la Generalitat y a estar en el centro de la política catalana como fuerza esencial en las negociaciones.
Este papel, pero, no tiene un calendario de continuidad. Nadie ha dicho en el Gobierno que quieran gobernar a partir de ahora siempre con ellos. Tampoco han dicho que rechacen hacerlo. Es cierto que la relación con la CUP es más que compleja y que sacar adelante la legislatura con los anticapitalistas a estas alturas parece una gesta titánica. Pero desde el ejecutivo mantienen públicamente las ofertas de colaboración con la CUP, todo y los portazos de la formación rupturista. Esta incertidumbre mantiene la cúpula de los comunes en un estado casi de ansiedad. Y es que ellos querrían continuar siendo influyentes y ganar peso político, pero no se fían del ejecutivo de Aragonès y de la posible intención de deshacerse de ellos una vez aprobada los presupuestos.
