Donald Trump y la rabia

Buff! Esta ha sido la expresión de millones, de muchos millones de personas en todo el mundo al saber que, después de unos cuántos días de inquietud, se confirmaba la victoria de Joe Biden en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. La gran mayoría de las personas que respiraron aliviadas no saben muy bien quién es Biden y qué política propone para los próximos años en su país, pero sí que han conocido el comportamiento de Donald Trump en los cuatro años que lo ha presidido.

Durante la campaña electoral contrastaban las intervenciones públicas que veíamos de los dos candidatos en televisión o los medios digitales. Uno exhibía chuleria, altivez, amenazas, agresividad y desprecio por su adversario y por los que no pensaban como él. El otro insistía en recoser las relaciones entre los ciudadanos y apostar por el diálogo respetuoso, constructivo y la convivencia. De las propuestas de gestión económica o de política internacional de los programas de los dos candidatos no hemos sabido gran cosa. O nada. Hemos visto simplemente dos talantes diametralmente opuestos.

Los resultados de las elecciones han demostrado que medio país se decanta por una actitud y el otro medio, por la otra. Ha ganado Biden. ¡Perfecto! Será presidente los próximos cuatro años. ¡Muy bien! Esperemos que Trump no tenga éxito con su pataleta de no aceptar la derrota y buscar en los tribunales la presidencia que las urnas le han retirado. Pero a estas alturas podemos decir que no hay un Estados Unidos, sino dos.

Un país partido en dos es un país en peligro. Los españoles y los catalanes lo hemos sufrido históricamente y lo continuamos sufriendo, ahora con menos virulencia que en los años treinta del siglo pasado pero la discordia social actual es evidente y preocupante.

Trump ha perdido. La expresión 'muerto el perro, muerta la rabia' no es aplicable aquí. El perro no está muerto. Continúa vivo y la rabia que sufría y contagiaba se ha difundido. Setenta millones de personas se tienen que vacunar en Estados Unidos. Y la vacuna que tiene que usar Joe Biden es de aquellas que se tienen que aplicar en varias dosis. Confiemos en que la encuentre y que funcione. Si lo consigue, será necesario que la distribuya por muchos países de todo el mundo, empezando por Brasil, Filipinas, Hungría y Polonia.

Y si no hay bastantes dosis para que lleguen a nuestro país, nos las tendremos que fabricar nosotros. ¡Que buena falta nos hacen!

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