Cuando David Madí me grabó

Las conversaciones grabadas por orden judicial a David Madí y a Xavier Vendrell, durante la instrucción de la operación Volkhov, ponen de nuevo de manifiesto el cáncer que destruye la democracia en Cataluña: la corrupción. Yo pensé que, después del estallido de los grandes escándalos de los últimos años -Pretoria, Mercurio, Palau de la Música, 3%, Pujol…-, nuestra clase política y empresarial habría quedado inmunizada por siempre más de esta lacra asquerosa.

Pero no. Según todas las evidencias, David Madí y Xavier Vendrell, haciendo valer su posición política privilegiada, se han dedicado con una intensidad frenética y una jeta desmedida al tráfico de influencias y a la rapiña de los presupuestos públicos. Ni el mismo Jordi Pujol Ferrusola, en sus tiempos de máxima impunidad, se había atrevido a actuar con tanta prepotencia y desvergüenza como esta pareja.

Hombre de la máxima confianza de Artur Mas, David Madí abandonó la Generalitat en 2010 para dedicarse a los negocios privados. Siempre conectado, sin embargo, con la cúpula del poder convergente. De este modo consiguió ocupar cargos preeminentes en Endesa, en Telefónica, en Applus+… que se lo acabaron quitando de encima cuando se hizo evidente que era uno de los abanderados del proceso independentista.

De que David Madí es un mal bicho, yo tengo constancia desde hace muchos años. Cuando lo visité en su despacho de Presidencia de la Generalitat para quejarme de la discriminación total que sufría EL TRIANGLE en la distribución de la publicidad institucional, el entonces secretario general de Comunicación grabó, en secreto, la entrevista que mantuvimos. ¡Y se jactó de ello ante el juez cuando le demandé por prevaricación!

Es muy gordo que un cargo de Presidencia se dedique a grabar a un periodista y editor en su despacho oficial. Pero la vida da muchas vueltas y ahora ha sido David Madí quien ha arruinado su vida, víctima, precisamente, de las grabaciones, por orden judicial, de sus delictivas conversaciones telefónicas.

Los gobiernos procesistas de la Generalitat (2012-20) han propiciado que, a la sombra de la coalición CDC-ERC, se haya creado una densa trama de corrupción, en la cual David Madí cubría el flanco convergente y Xavier Vendrell, el de ERC. Por eso, no es de extrañar que los dos aparezcan mezclados en negocios turbios y en operaciones políticas destinadas a alimentar la llama independentista, en compañía de estrambóticas lumbreras como Víctor Terradellas u Oriol Soler, unos avispados que han acaparado subvenciones y encargos públicos millonarios.

 

El atraco de TV3

Estamos a las postrimerías del régimen procesista, inaugurado en 2012 por el presidente Artur Mas, después de la imputación por corrupción de Oriol Pujol, el heredero de la dinastía. Las elecciones, previstas para el próximo 14 de febrero, huelen a cambio. La sociedad catalana, castigada y exhausta, necesita paz y tranquilidad para intentar superar la devastación que sufrimos, empeorada exponencialmente por el impacto de la pandemia.

En esta etapa final del postpujolismo, se ha instalado en los círculos de poder procesista, que han gobernado a sus anchas durante estos últimos ocho años, la consigna del sálvese quien pueda y de arramblar con los restos del naufragio. Esto se hace muy evidente en el caso de TV3, el último búnker de este sistema caciquil y corrupto que, envuelto en la estelada, ha dominado y destruido Cataluña.

La Corporación Catalana de Medios Audiovisuales (CCMA), de la cual depende TV3, se ha convertido en una cloaca infecta por donde circulan y se escapan de manera escandalosa decenas de millones de euros públicos, que van a parar a los bolsillos de los amigos y aprovechados de siempre. ¡Y esto que el consejo de gobierno de la CCMA tiene su mandato caducado y que el Parlamento aprobó, hace más de un año, la sustitución del director de TV3, Vicent Sanchis!

El atraco a cara descubierta que se está produciendo en TV3 por parte de productoras, empresas de suministro y figuras emblemáticas del procesismo, como Mònica Terribas, es una vergüenza que hay que denunciar y parar. La “joya de la corona” del pujolismo ha degenerado en una cueva de ladrones y oportunistas que saquean sin control.

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