Queremos una Merkel

¿Si, en lugar de Pedro Sánchez o Pablo Iglesias, mandaran Carmen Calvo o Irene Montero, estaríamos mejor? Las estadísticas nos dicen que sí. En este mundo machista, todavía, sólo un 7% de los países son gestionados por mujeres y, en la mayoría de estos casos, su gestión de la pandemia es extraordinariamente mejor que la de sus homólogos masculinos, y han sufrido la mitad de muertes. Esta afirmación se sostiene gracias a los resultados de un estudio de las universidades británicas de Liverpool y Reading. El estudio, publicado por el Foro Económico Mundial y el Centro de Investigación en Economía y Política, destaca que países como Alemania, Nueva Zelanda, Finlandia, Taiwán o Dinamarca iniciaron antes sus confinamientos para frenar el brote y han sufrido la mitad de muertes que los países gobernados por hombres. Ya se sabe que no se puede generalizar y que la estadística dice que si Juan se come dos pollos y Pep ninguno, se habrán comido uno cada uno. Matices al margen, llama la atención los resultados de unos estudios que dejan clara una realidad que muchos ya intuíamos. Sin embargo, nos empeñamos en mantener un porcentaje irrisorio, el del 7, de mujeres líderes.

En España, tampoco en Cataluña, nunca delante del gobierno ha habido una mujer, y ya tocaría. Algunos intentarán refutar la idea central de este artículo recordando que la republicana Alba Vergés ha tenido mucho que ver con la gestión de la crisis sanitaria catalana, y seguramente tendrán razón, pero ya se sabe que la excepción confirma la regla. Vergés parece haber hecho el camino inverso al de Salvador Illa, ella como consejera de Salud y él de Sanidad; comenzó convincente, pero a medida que se iba embarrando la situación su discurso se ha ido haciendo repetitivo y vacío de contenido. Perdió buena parte de su crédito cuando Madrid gestionaba el desastre insistiendo que si ella -ellos- gestionaran la crisis, aunque sólo fuera por la teoría de la proximidad, lo habrían hecho mejor. Pues bien, ahora que lo gestionan ellos, desde la proximidad, no parece que las cosas nos vayan mejor. Sea como sea, eso no resta méritos a las buenas gestiones antes mencionadas y no desmonta la tesis central del artículo, si gobernaran las mujeres, nos iría mejor. Pero, la realidad es tozuda y machista, y el 93% de los líderes mundiales son hombres.

Así, con las estadísticas a la contra, afrontamos con resignación la segunda oleada de un virus que, este sí, parece haber venido para quedarse. Vistas las cifras de contagios, que se multiplican a diario, nos adentramos hacia una dimensión, ahora ya conocida, la del confinamiento. A pesar de reconocer la complejidad de la pandemia, llama la atención el desorden en la toma de decisiones, aquí y allá. Este tipo de barra libre generalizada a la hora de afrontar la crisis provoca, cuando menos, incertidumbre entre la población. Se echa de menos una OMS marcando el paso y homogeneizando las medidas a tomar. Todo ello nos lleva a un extraña Navidad, que se acerca cargada de temores.

Y queremos una Merkel.

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