Los dos planteamientos políticos ante la nueva pandemia del Covid 19

El modo en cómo se han situado ante la pandemia los diferentes gobiernos, partidos y ciertos grupos sociales nos indica la ideología en la que se sustentan. Ante la ausencia de un tratamiento eficaz y pendientes de la producción de una vacuna, las medidas a tomar desde una perspectiva científica no admiten muchas variantes.

La velocidad de contagio y la gravedad del cuadro clínico en numerosos casos hacía prever el colapso del sistema sanitario de salud con la consiguiente catástrofe humanitaria. Si la forma consensuada de frenar el virus pasaba por conseguir la inmunización de al menos el 60% de la población (lo que se ha llamado impúdicamente la "inmunidad de rebaño") mientras no haya vacuna, sólo se podían establecer dos políticas.

Una vía para frenar la pandemia consistía en aplicar medidas restrictivas de las libertades: cuarentena prácticamente total de la población, distancia mínima de dos metros entre los cuerpos, aislamiento de los enfermos, mascarillas obligatorias, hidrogel y lavado de manos. Es una política donde las medidas se van aflojando a medida que van mejorando los datos: dicho gráficamente, sería el movimiento del acordeón. Se busca preservar en primera instancia la vida de los ciudadanos y subsidiariamente no dañar brutalmente a la economía. Esta política salvaguardó la vida de muchísimos ciudadanos, a costa de una restricción de libertades y la instalación de lo que se ha denominado una "nueva normalidad" que modifica radicalmente los lazos sociales.

La otra vía es mitigar más que frenar la pandemia y consiste en dejar que se contagie la población tomando medidas mucho menos drásticas y sin ningún tipo de cuarentena. En términos neodarwinistas, sería permitir la selección natural de los más fuertes inmunológicamente hablando, que daría paso a una población mayoritariamente resistente a la pandemia. El precio sería sacrificar un enorme
número de ciudadanos. En España se puede estimar que esta política habría implicado la infección de unos 28 millones de personas con unas cifras de muertos totalmente insoportables. Esta vía (también llamada tanática) prioriza salvaguardar la economía por encima de la salud de los ciudadanos. Es un buen ejemplo de la ideología neoliberal que apuesta por la gestión individual de la pandemia sin políticas claras de solidaridad. Seria algo así como hacer vivir a los que pueden sostener el aparato productivo y dejar morir a los que se han convertido en una carga para el sistema, como los ancianos y desprotegidos, para de este modo conseguir la inmunidad de rebaño. Esto ya lo hemos visto con la mortandad que se generó en los centros de la tercera edad, especialmente en la comunidad de Madrid y en Catalunya.

No es casual que sean los gobiernos más reaccionarios y de ultraderecha los que defendieron la vía tanática, como Trump, Bolsonaro y Jonhson, escondiendo los efectos de la pandemia e incluso burlándose de aquellos que defendían medidas más activas. Las consecuencias para sus países fueron catastróficas, lo que los obligó a rectificar en parte.

Al hilo de la pandemia ha surgido una amalgama de grupos negacionistas, asociaciones antivacuna y adeptos a la teoría de la conspiración, fomentados básicamente desde la ultradreta. Esta amalgama afirma que todo es un invento de los gobiernos democráticos para coartar las libertades y someter a los ciudadanos a una dictadura mundial donde la maniobra final es la introducción, mediante la vacunación masiva, de un chip con el cual dominarían a las personas. Sus consignas, como en la manifestación de Berlín "Festival de la libertad y la paz", de agosto pasado, apuntan a la dimisión del Gobierno y a la finalización de las medidas contra la pandemia (que denominan plandemia) y convocan a resistir, puesto que son "el pueblo" en marcha hacia una revolución que viene a iluminar a los covidiotas.

Este discurso, que tiene aspecto de ser un delirio , acaba generando odio. Un odio a los gobernantes que los privan de la libertad y los quieren convertir en esclavos del sistema gracias a una enfermedad que es un invento, odio al personal sanitario por su complicidad y también a los periodistas que denuncian su delirio. Odio que no permite debate y exige la lucha violenta. Odio estimulado y utilizado por los partidos de la ultraderecha para conseguir más votos y de este modo aumentar su presencia política.

¡La amalgama entre el odio, el neoliberalismo y la ultraderecha es la nueva pandemia! ¿Podremos contrarrestarla?

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