«Los capitales no tienen bandera, y las personas sí que tienen pasaporte»

Entrevista a Andreu Farràs
Entrevista a Andreu Farràs
Entrevista a Andreu Farràs

Periodista. Ha sido redactor jefe de El Periódico de Cataluña y sigue ejerciendo como profesor asociado en la UAB. Ha escrito varios libros, entre ellos L’oasi català y Els Güell, que cuenta la historia de esta familia de la alta burguesía catalana. Su último título, recién editado, Los Invisibles, realizado en colaboración con otros periodistas.

¿La emigración, tan antigua como la propia condición humana, no hace de todos y cada uno de nosotros algo mestizo?

Somos animales migratorios. Lo que ocurre es que nunca hasta ahora se habían producido unos movimientos migrantes tan masivos. Naturalmente, la población ha aumentado, pero además se ha producido una revolución de los transportes, las telecomunicaciones…, que contribuyen a incrementar exponencialmente los movimientos de personas por el mundo. Actualmente, según las Naciones Unidas, 70 millones de personas se desplazan anualmente de unos lugares a otros del mundo. La globalización ha impulsado, en fin, la emigración. En el libro, contamos las historias de 31 migrantes e incluimos opiniones de expertos, que coinciden en que nunca el fenómeno había adquirido la magnitud actual.

¿En un mundo parcelado por numerosas fronteras…?

A pesar de que pueda parecer lo contrario, ahora no hay tantas fronteras como antes. Un analista distingue entre frontier y border, haciendo valer que ahora existe mucho lo primero, en detrimento de lo segundo, entendido como límite. No hay aduanas. Una persona, si logra entrar, por ejemplo, en Algeciras, puede trasladarse hasta Dinamarca sin problema.

En cualquier caso, ¿Este incremento de las emigraciones a escala global, se traduce en lo que algunos califican de “invasiones”?

Justamente la intención del libro es contribuir a explicar, hacer visible y normalizar como vive la inmigración, quitándole estos adjetivos de “problema”, “invasión” …, que son denominaciones (en el lenguaje está el truco) que fomentan una conciencia anti-migratoria, explotada por la derecha, sobre todo extrema. La emigración no aporta nada, es un peligro, nos roban el trabajo, etc. etc. repiten los populismos de derechas de todo el mundo, desde Trump hasta Hungría, Rusia, Alemania… Y aquí tenemos a Vox. Cada día hay alguna noticia relacionada con emigrantes, normalmente alarmantes y relacionadas con sucesos. Nunca se habla de lo que la emigración aporta, en el 99,9% de los emigrantes, sino del 0,01 que puede estar relacionados con problemas. Cosa que, a través de las redes, es susceptible de magnificarse, como es el caso del video que todos hemos visto de un grupo de marroquís que se pelean por el robo de un reloj, el pleno Raval barcelonés, o el de los ocupas en Premiá de Mar… Cuando no es por esto, será por las pateras, los manteros, la prostitución… Siempre llenando las páginas de sucesos.

Sin emigrantes no hay cebollas en EE.UU. ni fresas en Almería ¿Cómo explicar, entonces, esta llamativa contradicción entre requerimientos económicos y rechazo social, a veces emparentados?

La localidad de El Ejido es uno de los lugares de España donde hay un porcentaje más alto de población inmigrante, Trabajadores, en buena medida contratados, que se viven allí porque tienen trabajo y que no han llegado como consecuencia de algún alud. Al mismo tiempo, en El Ejido Vox obtiene uno de sus mejores resultados. O sea, que lo que interesa es que haya una buena reserva de mano de obra, lo cual hace bajar sus costes salariales. Cosa que no está reñida, sino todo lo contrario, con un ambiente de acoso social. Si a ello se añaden crisis como la del coronavirus, no resulta arriesgado prever que las víctimas propiciatorias van a ser sobre todo los inmigrantes. Será fácil para la derecha y la extrema derecha culpar a la emigración de que no hay trabajo para todos. No sería de extrañar que, como ocurrió con la última crisis económica, se vuelva a producir una reducción del número de emigrantes en España. 

En vuestro libro dais voz, digamos, a los emigrantes que, en definitiva, son los verdaderos protagonistas de la emigración…

Hemos intentado hacer un relato en primera persona con 31 inmigrantes, de 30 países diferentes, que van narrando su historia ¿Por qué vivieron aquí? ¿Cómo vinieron? ¿Cómo se sintieron? y ¿Cómo nos ven a nosotros? Como les recibimos y que piensan de su vida en Cataluña. Es un retrato en el que hay de todo. 17 hombres, dos de ellos homosexuales; 14 mujeres, una de ellas transexual… Hay muchas diferencias de edad, desde los 18 hasta los 65 años. También de diferentes religiones. Un denominador común de todos ellos son las trabas burocráticas con que se han encontrado. Algunos han sufrido agresiones racistas, sino físicas, sí verbales. Otro no. Hay entrevistados que manifiestan su deseo de que tiene que haber papeles para todos, haciendo valer el derecho de asilo o el deseo de vivir en otro país. Tampoco falta quienes opinan que somos demasiado laxos con la emigración y que tendría que haber controles más estrictos. Algunos han venido huyendo de la guerra o de la miseria extrema en sus países de origen y otros porque, por ejemplo, se enamoraron de una española. 

¿Habéis preguntado a los entrevistados sobre el nacionalismo catalán, sobre el procés?

Si y también en este terreno las respuestas son muy variadas. Hay personas, como una de origen chino que, dese su perspectiva, opina que no tiene ningún sentido que un país pequeño quiera independizarse, ahora que el mundo es tan grande y que los países están más vinculados a instituciones internacionales. En cambio, un chico que viene de Biafra, donde existe un conflicto de minorías desde hace años, se reclama independentista biafreño y, en consecuencia, dice entender el conflicto catalán. Esto es algo del valor añadido del libro, en la medida en que a veces miramos a los inmigrantes como un todo, algo uniforme cuando, en realidad, es un universo muy heterogéneo.

Algo que el nacionalismo catalán parece practicar cuando percibe o presenta la emigración desde diferentes lugares de España a Cataluña como un fenómeno homogéneo…

No hemos entrado en este tema, pero algunos de los entrevistados, con más información, lo recuerdan y lo asocian a su condición: "nosotros somos la última oleada migratoria a Cataluña, de las que no hace aún mucho llegaron de España", opinan. Alguno de los entrevistados vive aquí desde hace 30 años.

¿Cuentan los emigrantes el por qué haber elegido España, Cataluña y no Francia o Baviera?

Hay personas que han venido, de alguna manera, por casualidad. No faltan quienes tenían este objetivo final claro, desde que salieron de Siria, Pakistán Afganistán, India o Venezuela… Otros, por ejemplo, querían ir a Alemania. No pudieron y fueron a parar a Barcelona y aquí se han quedado, porque se encontraban a gusto. Cuando se sale de Nigeria o Senegal, generalmente se hace con intención de ir a Europa, y a ver lo que cae. Hay un chico marroquí que intentó pasar el estrecho escondido en camiones, al menos doscientas veces. Al final, lo consiguió. Tras recorrer muchos kilómetros, cuando le pillaron, creía que estaba en Bilbao, y resultó ser Sabadell. Aquí se quedó. Otro, salió de Siria, donde habían muerto sus padres, perdió un pie…, y quería ir a Noruega. Al final, está viviendo, contento, en Barcelona.

¿No parece, en definitiva, casi un absurdo las fronteras, los pasaportes, los muros, las alambradas en un mundo universalizado, como lo es el actual?

Tiene que haber regulaciones, claro, porque hay ciudadanos de un sitio u otro que pagan impuestos. Lo que no encaja es que haya libre movimiento de capitales y mercancías y en cambio no lo haya de personas. Los capitales no tienen bandera y las personas sí que tienen pasaporte. 

Resulta disparatado que, de un lado, empresas europeas, buscando la maximización del beneficio, importen temporalmente mano de obra (como se ha puesto de manifiesto en el sector cárnico alemán) y, sin embargo, ponen toda clase de obstáculos a personas que emigran por su cuenta…

Por desgracia, continúa mandando el mercado. Ahí está el dilema de como salimos de esta crisis. La patronal pide mucha cooperación, etc. y se aparece mucha neura con el turismo, Es el papanatismo. Nos hemos estado cagando en el turismo y ahora, desesperados, nos hacemos turismo-fílicos. Tenemos una buena oportunidad para repensar el turismo, pero el grito de guerra sigue siendo que vengan muchos turistas. Por la pasta, claro ¿Para dar trabajo a quién? A las “kellis”, a los camareros, que seguirán cobrando lo mismo o menos, con precariedad. Objetivo: volver a 12 millones de turistas, a costa de lo que sea.

En cualquier caso, entre los emigrantes hay muchas dosis de ilusión…

Sí. La esperanza es otro denominador común a los emigrantes. Lo mismo que la fuerza de voluntad. Sin ahorrar críticas, en general, los emigrantes se sienten bien y hablan de solidaridad, y no de caridad.

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