El sistema sanitario al límite

Políticos y científicos nos han explicado que la crisis de la Covid-19 es una emergencia sanitaria sin precedentes, que está estresando y poniendo al límite a todos los sistemas de salud de Occidente para la cual no estaban preparados.

Helena Legido-Quigley, profesora de salud global de la Universidad nacional de Singapur, declaró a la SER que es fundamental poder realizar tests masivos a toda la población para conocer el perímetro real de la epidemia del coronavirus..Explicó que los primeros a quienes se les tendría que hacer el test son los profesionales de sanidad, para asegurarse de que no infectan a pacientes vulnerables. Y señaló la importancia de actuar en los focos del contagio y la única manera de hacerlo es a partir de los tests. Por eso insistió en la urgencia de obtener estos tests lo antes posible, porque si no es muy difícil predecir hacia donde evolucionará la pandemia.

Por otro lado, otros epidemiólogos como Oriol Mitjà abogaban ya hace unas semanas por introducir medidas de restricción más severas con el confinamiento total de la población, excepto la que trabaja en los servicios esenciales.

Finalmente el gobierno español endureció, el 29 de marzo, las restricciones y amplió el estado de alarma a confinamiento total. El 13 de abril, sin embargo, volvía a abrir las puertas al trabajo en determinadas empresas consideradas no esenciales.

En todo caso ha quedado claro que algunos países de Asia estaba mejor preparada para emergencias sanitarias de esta magnitud, por experiencias con epidemias anteriores. Singapur, por ejemplo, cuenta con un hospital especializado en este tipo de crisis sanitarias. Occidente se ha visto desbordado por esta tragedia para la cual no estaba preparado. Si algunos países asiáticos han respondido con medidas para anticiparse a los efectos más graves de la epidemia, los europeos han ido siempre por detrás del virus.

La Covid-19 pone a prueba los límites de nuestro sistema de salud. Tenemos que agradecer el trabajo impresionante de los que están en primera línea, el gran esfuerzo de médicos y médicas, enfermeros y enfermeras, que ante pacientes que no podían interactuar con sus familiares, ni siquiera cuando morían, han improvisado procedimientos para humanizar las curas. Hemos podido ver los testimonios de Natalia, una enfermera que explicaba como al ver que un matrimonio de 80 y 84 años, los dos positivos y aislados, no reaccionaba bien al tratamiento, dejó su equipo de protección a sus familiares para que pudieran despedirse de ellos. O de Susana, otra enfermera, a la que vimos en las redes sociales como ayudaba a un paciente, José, a conectarse e interaccionar con su familia mediante una vídeo llamada.

Nuestro sistema sanitario ha sido llevado al límite, cerca del colapso. Estamos ante una situación a la que Occidente nunca habría creído que podríamos llegar. La dimensión final de esta emergencia sanitaria continúa siendo incierta. De lo que no cabe ninguna duda es de que ha provocado ya un gran desgarro emocional en el personal sanitario, los cuidadores de personas dependientes, los trabajadores de las residencias y el conjunto de la sociedad.

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