Tenderos y restauradores ponen «agentes cívicos» a patrullar por Barcelona

La Guardia Urbana clama en contra de este servicio de seguridad
Agentes cívicos
Agentes cívicos

Llega el verano, el calor, los turistas, los carteristas y, por segundo año, los robustos "agentes cívicos"… privados. Los ves andar por la plaza Real, una pareja de armarios musculosos enfundados en unas camisetas amarillas en las cuales se lee con claridad "Agentes cívicos". Pero no son personal del Ayuntamiento, sino de la empresa Blau Control Service. Una empresa de seguridad privada contratada por tenderos y restauradores de Ciutat Vella para disuadir a carteristas y ladrones de la zona.

Ada Colau dejó la alcaldía con un nuevo frente abierto con la Guardia Urbana, y ahora le tocará asumirlo: el tema de la seguridad privada en las calles de la ciudad. Los comerciantes y restauradores, hartos de la inseguridad, de los carteristas y de los ladrones, se han decidido a poner agentes privados que patrullan las calles.

Desde el sindicato de la administración pública CSIF, ya se ha levantado la voz de alarma, al grito de "Colau privatiza la seguridad de Barcelona" y ponen el dedo en la llaga acusando a la alcaldesa de los comunes de haber menospreciado y recortado los efectivos de la Guardia Urbana (GUB), responsable de la seguridad ciudadana: "Es increíble que los comerciantes tengan que recurrir a seguridad privada y que Colau haya aceptado esta privatización, cuando lo que se tendría que hacer es dotar la GUB de más efectivos para poder controlar el repunte de inseguridad en la ciudad", afirman desde el CSIF.

El aumento de la seguridad privada no va sola. Las empresas de alarmas están haciendo el agosto, nunca mejor dicho, y la instalación de cámaras en las puertas de comercios va en aumento. "No me creo que el Ayuntamiento diga que todo está bien, quizás donde vive Colau todo está tranquilo, pero aquí día sí y noche también intentan robar, por eso he instalado cámaras de seguridad que apuntan a la puerta y a la calle", afirma Víctor, propietario de una tienda de ropa de la calle Tallers. Como él, más de una decena de establecimientos, en la misma calle, tienen cámaras y alarmas. "Yo no tengo nada en contra de los patrulleros – como les denomina Víctor–, al menos parece que evitan la impunidad de los carteristas". Vuelve la figura del sereno, privado y versión 2.0.

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