¿Será posible la necesaria reconciliación nacional en Catalunya?

Una de las ventajas de la acumulación de procesos electorales que estamos viviendo -después de los comicios autonómicos de Andalucía, elecciones generales, comicios autonómicos en el País Valenciano, y el próximo 26 de mayo elecciones municipales, europeas y autonómicas en muchas comunidades-, es que entraremos después en un periodo de sosiego, sin que tengamos nuevas citas electorales durante un buen tiempo. Esto tendría que permitir, al conjunto de la sociedad y sobre todo a los partidos políticos, a los agentes cívicos y sociales y a los medios de comunicación, afrontar esta nueva etapa con mayor tranquilidad, sin las lógicas confrontaciones dialécticas que suponen las contiendas electorales, para poder hacer frente a los grandes retos colectivos que tenemos ante nosotros.

Esta tendría que ser la hora de pasar de las cosas de la política a la política de las cosas; la hora de resolver los problemas reales de la ciudadanía, sobre todo los que afectan a los sectores más vulnerables, y llevar a cabo las reformas estructurales necesarias para adecuar el país a las exigencias actuales. Unas reformas estructurales que van desde las políticas económicas y sociales hasta las culturales y las institucionales. Y en Catalunya esto pasa, de una manera urgente e inevitable, para lograr la necesaria reconciliación nacional interna, parar la imprescindible recuperación de la concordia y la convivencia entre toda la ciudadanía catalana.

Hemos derrochado demasiados años, en realidad una década entera, en un conflicto que, a pesar de que ha sido presentado como un enfrentamiento de Catalunya con el Estado español, en realidad ha sido, y continúa siendo todavía, un asunto interno, un enfrentamiento entre ciudadanos de Catalunya. Hemos perdido demasiados años en este conflicto interno, atizado por espurios intereses sectarios desde algunos partidos políticos, algunos agentes cívicos y sociales y algunos medios de comunicación, tanto desde el resto de España cómo desde Catalunya. Todos estos años perdidos han representado también la pérdida de oportunidades para el conjunto de la ciudadanía de Catalunya. Y han representado también, sin duda muy por encima de cualquier otra consideración, la pérdida de la cohesión social interna, la división y el enfrentamiento a la sociedad catalana, que no está partida en dos mitades como algunos quieren hacernos creer: es un espejo roto en pequeños pedazos.

Por mucho que se emperren a negar esta fractura los que de una manera tan enfática y solemne como reiterada y abusiva pretenden hablar en nombre de todo el pueblo de Cataluña, la realidad es bien diferente. Lo es a nivel doméstico y familiar, lo es también entre amigos, compañeros, colegas y vecinos. Los que lo niegan, mienten o simplemente viven encapsulados.

Los resultados de las elecciones del 28 de abril, tanto en el conjunto de España como en Catalunya, nos permiten divisar el futuro con esperanza. Las derrotas de los más hiperventilados de los dos bandos, unidas a las victorias de los que apuestan por encontrar formas de entente y acuerdo basadas en el diálogo institucional en el marco de la legalidad constitucional y estatutaria, abren una puerta a la solución.

Esta solución pasa y pasará siempre, en primer lugar, por la entente y el acuerdo en Catalunya. Esto requiere nuestra reconciliación nacional. Una reconciliación que no tiene que excluir a nadie, salvo la os que quieran excluirse. Sólo después de esta reconciliación nacional catalana podremos pasar de lo que es pura y simple coexistencia, hasta ahora afortunadamente bastante pacífica, a una auténtica convivencia. Entonces podremos dialogar, negociar, transaccionar, acordar y pactar aquello que colectivamente compartimos y someterlo al veredicto de las urnas, en una consulta pactada con el Estado.

El próximo 26 de mayo tendremos una nueva cita con las urnas. Ojalá los resultados de estas elecciones municipales y europeas revaliden la apuesta por el diálogo y la convivencia, derrotando a todos los que continúan atizando el enfrentamiento y la división. Será un primer paso, necesario pero todavía insuficiente. Porque después tendremos que hacer frente a la superación de dos retos colectivos más: la sentencia del Tribunal Supremo en la causa 20907/2017 y las próximas elecciones al Parlamento de Catalunya. Quizás entonces llegará finalmente la hora de la reconciliación nacional en Catalunya.

 

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