El lazo amarillo es una señal de identidad en el mundo independentista. Todo el Gobierno de la Generalitat lo exhibe en sus apariciones públicas. Ahora hay lazos o bien rosas. Incluso algún dirigente se viste preferentemente de amarillo. Pero resulta que varios consejeros no lo llevan siempre. Explican que cuando llegan a un acto oficial, si no hay público o medios de comunicación no lo llevan en la solapa, tal y cómo parece preceptivo. Eso sí, minutos antes de salir del despacho donde se ha hecho la reunión y ante la eventual presencia de medios de comunicación o ciudadanos, los servicios de protocolo del consejero de turno ofrece en una bandeja las diferentes versiones: lazo pequeño, lazo grande, un motivo floral, una chapa… Es entonces cuando el consejero o consejera de turno escoge el complemento independentista.
Así lo explican algunos alcaldes o representantes de asociaciones que, primero, tienen la sorpresa de saludar un alto cargo de la Generalitat sin lazo amarillo y al final se despide con el lazo muy visible. Estos interlocutores indican que se debe tratar de una consigna genérica, pues un alcalde metropolitano ya se ha encontrado en varias ocasiones y con diferentes consejeros o consejeros.
Lo que parece es que en el Gobierno hay dos bandos, los que quieren gobernar, con Pere Aragonés y Elsa Artadi, y los que creen que se tiene que volver a proclamar la independencia y hacerla efectiva, con Quim Torra y Carles Puigdemont al frente de esta estrategia que cada vez va perdiendo más adeptos.












