Mientras le llueven comentarios y artículos críticos en Inglaterra por la doble moral que despliega sobre los derechos humanos, el ex-entrenador del FC Barcelona Pep Guardiola se ha desplazado a Abu Dhabi con su actual equipo, el Manchester City, donde se ha reunido y fotografiado con el amo y el presidente del club.
El City, fundado en 1880, pertenece actualmente a la familia real del emirato de Abu Dhabi, la misma que manda en los Emiratos Árabes Unidos. Su jefe, en concreto, es el jeque Mansour bin Zayed bin Sultan al-Nahyan, que es viceprimer ministro de los EAU, medio hermano del presidente de los EAU y emir de Abu Dhabi (un monarca absoluto), y hermano del heredero de Abu Dhabi.
Al estar a sueldo de Abu Dhabi y haber promovido la candidatura de Catar como sede del Mundial del 2022, a los periodistas británicos les choca que Guardiola reitere en las ruedas de prensa su posicionamiento a favor de los derechos humanos y la democracia, en defensa del proceso soberanista catalán y de la libertad de Oriol Junqueras, Joaquim Forn y los Jordis.
Para los independentistas, Guardiola es la figura en mejor posición para situar su causa en el escaparate internacional. A raíz del eco en el Parlamento británico, mediante mociones de nacionalistas escoceses y galeses, del procedimiento sancionador aplicado por la federación inglesa de fútbol por haber llevado el lazo amarillo, Lluís Llach, de hecho, le ha agradecido la aportación. El jefe de campaña de JxCat Joan Maria Piqué, además, «la coherencia y el coraje».
La coherencia es, precisamente, lo que no ve en Guardiola un reciente artículo de The Guardian que le reprocha una doble moral por callar sobre la situación de los derechos humanos en los EAU. A la vez, el desigual interés que demuestra por los derechos humanos el técnico catalán ha vuelto a poner bajo el foco mediático al gobierno emiratí, denunciado por organizaciones como Human Rights Watch y Amnistía Internacional.
Pero parece que quien paga manda y Guardiola, que tiene sobre la mesa una oferta para ampliar su contrato y cobrar 22 millones de euros anuales (y dijo que sólo guardaría del todo el lazo amarillo y su «opinión personal» a petición de sus empleadores), se ha hecho la foto sonriente con el jeque Mansour y con el presidente del City, Khaldoon al-Mubarak.
