La actividad política tiene, a menudo, una intrahistòria entre partidos que hace que luchen para ser los primeros en hacer una propuesta o liderar una idea. La gente de la calle, en su inmensa mayoría, ni se da cuenta. Pero ellos luchan con esto cómo si no hubiera un mañana. Y lo hacen, incluso, a expensas de robarse ideas o copiar propuestas evolucionándolas un poco y haciéndolas pasar por nuevas.
Justamente la semana pasada se vio un caso clarísimo en el Parlament. Catalunya en Comú pidió públicamente la celebración de un «debate público» para intentar desbloquear la situación política en Cataluña. A la pregunta de sí lo que querían era celebrar un pleno extraordinario en la cámara, los comunes no quisieron concretar el formato, sobre todo porque con sólo ocho diputados no pueden forzar la sesión.
Pero la idea debía de parecerlos muy buena a la gente de Cs, porque sólo unos días después, esperando que la prensa no tuviera memoria, Inés Arrimadas compareció al mismo atril que los comunes para proponer celebrar un pleno para debatir sobre la crisis actual y hacer posicionar públicamente todos los partidos. Ellos, en cambio, sí que pueden forzar que se celebre, y así lo quieren hacer. Al ver que Cs intentaba ponerse la medalla, Catalunya en Comú volvió a salir el día siguiente para decir que ellos querían que en este pleno se presentaran propuestas de resolución apuntando salidas al bloqueo y de paso hicieron pública la suya. Como niños pequeños.
