La política catalana es muy endogámica y los vínculos familiares menudean, desde hace décadas, en la cúpula de los poderes públicos. La ex-consejera de Enseñanza de la Generalitat, Clara Ponsatí, que se ha exiliado en Bruselas junto a Carles Puigdemont, es un ejemplo de esta curiosa e insana mezcla de intereses familiares que se da en nuestra clase política.
Clara Ponsatí es nieta del pintor Josep Obiols, autor de los frescos del camerino de la Moreneta, en el monasterio de Montserrat, y sobrina de Raimon Obiols, ex-primer secretario del PSC y jefe de la oposición socialista al pujolismo durante 15 años. Economista de profesión, Clara Ponsatí ha impartido clases durante muchos años en universidades de los Estados Unidos y, antes de asumir la consejería de Enseñanza, era directora de la Escuela de Economía y Finanzas de la Universidad de St. Andrews (Escocia).
Profesional de gran prestigio académico, la sobrina de Raimon Obiols es una independentista sobrevenida. Entre los años 2006-12 trabajó para la administración central española, como directora de Análisis Económico del CSIC. Su conversión a la fe estelada le vino de su amistad con el ex-consejero Andreu Mas-Colell, con quien había coincidido en los Estados Unidos.
Su ruptura con Madrid se produjo en 2013. El entonces ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, decidió no renovarle la cátedra Príncipe de Asturias que impartía en la universidad norteamericana de Georgetown con la excusa que apoyaba en público el derecho a decidir. Esta decisión, que Clara Ponsatí, consideró un acto de censura, acentuó su compromiso con el movimiento independentista y en 2016 se convirtió en miembro del secretariado nacional de la Asamblea Nacional Catalana (ANC). El pasado mes de julio, después de la salida del gobierno de Carles Puigdemont de los consejeros tibios, fue nombrada titular del departamento de Enseñanza y tuvo un papel muy relevante en el pasado referéndum del 1-O.
La sobrina de Raimon Obiols ha levantado una polvareda política al declarar públicamente que el gobierno de Carles Puigdemont «no estaba preparado para aplicar la independencia». Le gusta hablar claro y, tal vez, su especialización académica en la negociación y resolución de conflictos pueda ser muy útil en este momento de máxima incertidumbre en el campo soberanista después de la aplicación por Mariano Rajoy del artículo 155.
