El presidente Bartomeu inicia el cambio del cambio degradando a Albert Soler

Había pretendido crear una estructura independiente y aislada, con jefe de prensa y oficinas propias, para controlar al primer equipo y a las secciones
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Dos años después de ganar las elecciones con una cómoda y amplia ventaja sobre Joan Laporta y Agustí Benedito, Josep Maria Bartomeu aborda otra reforma de un proyecto cada vez más indefinido en casi todos los ámbitos del club, excepto en la parte del guion, inalterable, del cual Messi es el gran protagonista.

Cambian los entrenadores y algunos compañeros de viaje pero, básicamente, sigue siendo Leo, y nadie más, el líder absoluto del vestuario y cabecilla de una jerarquía adornada de capitanías, egos y oprimidos, todos bastante listos para convivir en el equilibrio y la armonía que emana del absolutismo futbolístico que impone el argentino. Nadie discute una tiranía basada en la obsesión de ganar partidos y títulos. Y quien lo intenta, como Luis Enrique, acaba marchando, aburrido y derrotado.

En el gobierno del club no se reproduce actualmente este mismo esquema en contra del presidencialismo agudo e histórico que ha dominado el Barça desde que lo fundó Joan Gamper, que después sería cuatro veces presidente a requerimiento de las sucesivas crisis sufridas por la entidad.

CONFIANZA Y AUTONOMÍA

Josep Maria Bartomeu ha apostado por una delegación total de funciones en lugares estratégicos y claves del poder, dejando claro a sus directivos y ejecutivos que tenían que trabajar sin la dependencia ni el escudo presidenciales, es decir con la máxima autoridad, pero siendo personalmente responsables de sus actos y de sus decisiones.

El resultado no ha sido el esperado. Seguramente no porque el ideario de una descentralización sea una mala estrategia, al contrario, sino por el desacierto en la elección de los nombres y su decepcionante gestión.

Desde la reelección, en el verano del 2015, Bartomeu ha tenido que realizar una urgente remodelación de su primero staff, modificaciones sutiles a nivel directivo y más visibles en el orden ejecutivo. Por ejemplo, su gran apuesta por la dirección general del Barça fue Nacho Mestre, que primero fue defenestrado del club y acabó saliendo por la puerta trasera de la Fundación FCB la semana pasada.

También ha tenido que reordenar el eje Manel Arroyo (directivo) y Francesco Calvo (ejecutivo) en el área de marketing y comercial y fichar hace apenas unos meses Guillem Graell para el rediseño de la explotación de la marca Barça en un nuevo organigrama donde finalmente se ha otorgado un poder arriesgado o excesivo al área operativa (Valentí Daurà), desaparecido en tiempos de Nacho Mestre y ahora renacido con un protagonismo peligroso.

También ha sido expulsado sin contemplaciones Enric García, especialmente por su gestión del ticketing, y no tanto por la explotación de las installacions.

Y no es necesario aludir a los dos directores de comunicación caídos en época de Bartomeu, Albert Montagut y Albert Roura. Ahora se ha encomendado esta función a un hombre de confianza del presidente, Jaume Masferrer, sigiloso pero omnipresente en la vida diaria del club.

Cambios sobre el cambio, como el que ahora se proyecta sobre el personaje que había ido acumulando más poder en el último año y medio, Albert Soler. El todavía director del área de deportes profesionales es un habilidoso y escurridizo ejecutivo en las sombras del Barça, inicialmente fichado para dirigir las relaciones institucionales con la UEFA y la FIFA. Debido a que habla muy poco inglés, dirigió su actividad en un mundo fácil de dominar desde su experiencia en la política, ámbito en qué fue nombrado por Zapatero secretario de Estado para el Deporte y consiguió ensartarse con relativa facilidad en la dirección de todos los deportes profesionales del club, fútbol incluido.

Tan fuerte se sintió en un momento dado que no solo consiguió ser nombrado, además, director de la nueva área de Conocimiento, sino que también creó en su entorno una estructura independiente, con un jefe de prensa propio y bastante capacitado, cómo ha hecho, de trasladar su cuartel general desde las oficinas del club en la calle Arístides Mallol hasta la Ciutat Deportiva.

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