La semana pasada se firmó, con toda la pompa oficial, el Pacto Nacional para la Reforma Horaria, un tipo de compromiso político y social que asumen instituciones y entidades para racionalizar los horarios y, sobre todo, limitar las jornadas laborales largas, extensísimas y que impiden la conciliación de trabajadores y jefes.
El Gobierno y los partidos, obviamente, se implicaron. Pero de la manera más hipócrita. La misma semana que firmaban el pacto, los mismos partidos -y especialmente los del Gobierno- convocaban actos pasadas las 19.30 horas haciendo que sus trabajadores, políticos y periodistas alargaran sus horarios hasta pasadas las 22 horas. Los compromisos como este quedan muy bien, pero cumplirlos ya debe de ser la bomba. La hipocresía política se ve, de nuevo, a una hora lejos. Y esta vez, van tarde, muy tarde.
