La reinserción de los políticos –no funcionarios, claro está- en la vida civil, a menudo es complicada. Pero pasados unos meses de su retirada de la primera fila acaban encontrando algún contacto que les acaba facilitando un lugar de trabajo para seguir viviendo al margen de la política. Además, si a alguien le cuesta, siempre está la opción de que el partido lo recoloque en algún cargo menor o de libre designación de los centenares que rodean las instituciones.
Pero si hay dos nombres de políticos que primero se vieron totalmente desamparados por su formación y después no consiguieron una fácil reinserción, estos son el del ex-alcalde de Barcelona Jordi Hereu y el del ex-líder del PSC Pere Navarro. Los dos socialistas comprobaron como al verse obligados a dejar el cargo -por el bien de la imagen del partido, también se tiene que decir- el partido los dejaba tirados y sin salida profesional.
Hereu acabó buscándose la vida por su cuenta y montó una consultoría política de amplio espectro. Navarro, pero, llevaba dos años intentando encontrar trabajo. Incluso negoció su entrada en una conocida entidad financiera catalana. Pero finalmente, ha acabado siendo el ex-alcalde de Barcelona quién se ha apiadado de Navarro y de su situación laboral y lo ha acabado contratando en su empresa. Las puertas giratorias interesadas malogran la política, pero haría falta una reflexión general también sobre la reinserción laboral de los políticos.
