La TV3 de Sanchis

Vaya por delante que no tengo nada contra el periodista Vicent Sanchis, al contrario, le admiro subordinadas y dejes; de hecho, no tengo el gusto de conocerlo y eso, desengañémonos, siempre ayuda a mantener intactas las afinidades. Por otra parte, ¿quién sabe? de haberse escogido por concurso internacional, que parece la mejor manera de hacer las cosas, quizás Sanchis hubiera ganado por méritos propios la dirección de la televisión pública catalana (TV3) y ahora escribiríamos sobre cualquier otra mundana cuestión.

Hecha la aclaración, pienso que a Sanchis le han hecho un flaco favor; en peores circunstancias no se le podía nombrar. A las pruebas me remito: todavía no ha empezado a rodar el balón y el respetable ya le pita al más puro estilo Gomes. De parcial para arriba, la grada le lanza improperios a mansalva; lejos queda la protocolaria tregua de cien días de cortesía que antes se ofrecía a los recién llegados como muestra inicial de buena voluntad.

Maldito sea el día que la candidatura independentista de Junts pel Sí acordó seguir haciendo las cosas como se venían haciendo hasta el momento, y así repartirse el pastel periodístico público. Después de ganar las últimas elecciones catalanas, en la consiguiente partición del botín, PDECat (Convergencia) se quedó con la dirección de TV3 y ERC con la de Cataluña Radio, y eso, sin querer menospreciar la profesionalidad de los elegidos, poco ayuda a la credibilidad de los medios públicos que sirven. La mujer del César, además de ser honesta, debía parecerlo. Ser y parecerlo, de manera indivisible; ellos, prejuzgo que lo son, pero ¿lo parecen?

Aceptada la opción independentista como huida hacia adelante de una España rancia e irrecuperable, ¿no habíamos quedado que se hacía para ir a mejor? ¿La república catalana continuará señalando con el dedo al amigo por encima del mejor? Para continuar haciéndolo mal, así como lo hace España, casi mejor nos quedamos como estamos y nos ahorramos un viaje largo, empinado y angosto…

A todo esto se añade que la entrada de Sanchis en TV3 viene inmediatamente después de la impoluta cobertura que del caso Palau (que salpica la vieja Convergencia) ha hecho la televisión pública; un saber hacer que se relaciona con la dimisión por «razones personales» (?) del hasta ahora jefe de TV3, Jaume Peral. Todo ello nos retorna a la frase sobre la mujer del César, su honestidad y la necesidad de parecerlo aparte de serlo.

Por si fuera poco, los caprichos del destino han querido que el bautizo de Sanchis en TV3 coincida con el caso Pretoria, que afecta antiguos prohombres de la vieja Convergencia, como Lluís Prenafeta, y las lenguas más venenosas de la aldea se han apresurado a recordar que quien fue fiel escudero del defenestrado expresidente Pujol hizo la vez de mentor de un joven y ambicioso Sanchis, y me viene a la cabeza aquella expresión española «blanco y en botella, leche»; aunque quizás el valenciano dirá: «horchata», lo veremos.

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