Encontrar trabajo en el país de los Pirineos ya no es lo que era. Una Andorra en plena crisis económica y social intenta salir del agujero buscando soluciones que, según el gobierno encabezado por Toni Martí, implican acercarse en la Unión Europea para que este territorio también pueda ordeñar la vaca comunitaria. Y mientras tanto continúan sin resolver los graves problemas internos, entre los cuales su mercado laboral cada día más precario y, el más preocupante de todo, sin que haya un excesivo interés político para buscar alternativas.
Las políticas restrictivas han permitido rebajar el número de inscritos en el Servicio de Ocupación de Andorra, a pesar de que no se dice toda la verdad, puesto que se pueden compatibilizar por miles las personas extranjeras que optaron directamente para volver a sus países de origen, principalmente portugueses que trabajaban en la construcción. El sistema de cuotas existente en Andorra podría tener una cierta razón de ser al tratarse de un Estado pequeño.
Sin embargo, el hecho no justifica que sean los mismos empresarios quienes manifiesten sus quejas por la carencia de mano de obra, especialmente en el sector del hostelería y la restauración. La Unión Hotelera de Andorra (UHA) insiste en sus demandas para facilitar la contratación, dado que en la bolsa interna de parados no se encuentran las personas adecuadas para ocupar determinados puestos de trabajo, y lamenta a la vez los problemas con los que se encuentran estos empresarios para completar las plantillas con las actuales cuotas de inmigración.
Mientras esto pasa, a los empresarios amigos del entorno al partido del jefe de gobierno, Toni Martí, se les agiliza los trámites en el momento de otorgar los permisos de trabajo y residencia, a veces simplemente con una llamada a la persona adecuada. El amiguismo y los intereses de unos y otros solo tienen una víctima: el parado que no tiene padrinos y lo único que quiere es ganarse la vida como pueda.
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