El hasta ahora consejero de Economía y Conocimiento, Andreu Mas-Colell, ha sido un pésimo gestor de las finanzas públicas catalanas. Deja todos los parámetros económicos de la Generalitat en una situación crítica y, encima, se ha pulido los edificios más valiosos de la administración -excepto el Palacio de la plaza de Sant Jaume- en una cadena de pésimas operaciones inmobiliarias que algún día habrá que investigar con cuidado.
Antes de despedirse del cargo, Andreu Mas-Colell ha perpetrado una sorprendente jugada, con fuertes ingredientes de prevaricación, que hipotecará las finanzas de la Generalitat durante los próximos 20 años. Ha cerrado con la empresa AXA Real Estate (filial del grupo asegurador francés AXA) el contrato de alquiler de un edificio de nueva construcción en la Zona Franca de Barcelona donde, a partir de 2019, se trasladarán unos 3.000 funcionarios de la Generalitat.
Esta operación se ha vendido, desde la Consejería, como un hito en la racionalización y modernización de la administración catalana. La futura «ciudad de la Generalitat» ocupará una superficie de 46.000 metros cuadrados y está previsto que se trasladen, de entrada, los departamentos de Economía, Empresa y Ocupación y la dirección general de Medio Ambiente.
No es la primera vez que AXA Real Estate hace negocios con la Generalitat. En 2013 se adjudicó, por 172 millones de euros, un lote de edificios públicos, entre los que destacan las consejerías de Agricultura, Enseñanza, Justicia y la sede del Idescat. Esta compraventa se hizo con el compromiso de que la Generalitat continuaría ocupando estas dependencias en régimen de alquiler, a razón de 16,26 millones de euros anuales. Es decir, en poco más de 10 años, AXA Real Estate habrá recuperado la inversión que hizo y, además, los edificios continuarán siendo de su propiedad. ¡Un negocio redondo!
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