De Montjuic a Plaza Sant Jaume

Ayer fui a Barcelona con el fin de asistir a la convocatoria que me llegó vía e-mail de parte del Proceso Constituyente. El acto de Montjuic fue emotivo, reivindicativo y también alegre, a pesar de que atravesamos unos momentos durísimos y esto también se reflejaba en el rostro de los asistentes. Las actuaciones artísticas se intercalaron con diferentes discursos, los cuales pusieron en relieve las numerosas problemáticas sociales actuales, causadas por la despiadada tiranía capitalista. Siento particular admiración por la tarea humanitaria que despliega la PAH, que ha recibido un merescudísimo reconocimiento a nivel europeo. En esta plataforma, no se limitan a emitir bonitos parlamentos sino que están plenamente implicados en una tarea concreta, de ayuda real e inmediata a personas que se encuentran en una situación límite y se sienten desamparadas por la Administración.

 

Sin una vivienda digna, como se ha comprobado suficientemente en diferentes países, acontecen una cascada de gravísimas penurias, tanto financieras como sanitarias. A pesar de que pueda parecer que los desahucios sólo afectan a determinadas familias, más tarde o más temprano, toda la sociedad paga las consecuencias. Al mismo tiempo, la presión política que promueven, impulsa cambios estructurales a largo plazo, encaminados a prevenir futuras tragedias. Por todos estos motivos, los considero un referente a seguir. La delegada de Girona, Marta Afuera, recordó la lucha que mantienen en el bloque de Salt y pidió a todas las personas a quienes les sea posible, que acudan al municipio los próximos días 15 y 16 de octubre, con el fin de impedir que los ocupantes del edificio tengan que marchar y puedan verse abocados a la intemperie.

 

El drama de Lampedusa -no es ninguna novedad, pero el número de muertos pone el tema en portada-, resalta que la ayuda de emergencia es de capital importancia. No nos podemos permitir el lujo de posponerla ni un minuto más. Lo tenemos que pedir con más fuerza que nunca a las instituciones que supuestamente nos representan. Es precisamente en los momentos de desgracia colectiva, que se demuestra la grandeza de los hombres y mujeres que se dedican a la política. Desgraciadamente, en vez de pensar como buenos estadistas, demasiado a menudo no ven más allá de sus intereses inmediatos y por eso hemos de salir a la calle. La vulneración constante de los derechos democráticos fundamentales es clamorosa, cruel y completamente injustificable desde ningún punto de vista. Tal como proclama la briosa alcadessa Giusi Nicolini, necesitamos la ayuda ahora mismo y no se valen más excusas.

 

Una vez comí, me paseé por la ciudad y la caminata me condujo casualmente hacia la plaza Sant Jaume. Allá vi que se cocía otra vindicación, esta vez, convocada por la Coordinadora Nacional por la consulta sobre la independencia. Varios participantes estaban terminando los preparativos para reclamar más agilidad de cara a la convocatoria del esperado referéndum, que se ve peligrar por la ambigüedad de los partidos que todavía no han encontrado ni fecha ni pregunta. Se respiraba un ambiente familiar, agradable, rebelde. Decidí quedarme porque se trata de otra demanda plenamente democrática y necesaria para encontrar una salida a la tensión del presente. Me di cuenta que hay una tendencia creciente a unir las acciones de carácter soberanista a las de perfil más netamente social. Los discursos del mediodía eran perfectamente compatibles con los de la tarde. De hecho, son diversos los movimientos de izquierdas que piden la independencia para cambiarlo todo.

 

Sea cómo sea, está claro que la sociedad hierve y estamos más vivos que nunca. Ante la magnitud de las reformas que pretenden imponernos, buena parte de losciudadanos nos hemos convertido en activistas dispuestos a persistir en las diferentes protestas que brotan por todas partes. La perseverancia es una palabra clave. En palabras de Teresa Forcades, haremos la revolución y la volveremos a hacer.

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