Alberto Fabra llegó hace dos años a la presidencia de la Generalitat Valenciana con la austeridad, la credibilidad y la transparencia como banderas de su gestión. Su mandato tenía que representar un punto y aparte respecto al de su predecesor, Francisco Camps, asediado por la justicia por su relación con el caso Gürtel y estandarte, junto a la alcaldesa Rita Barberà, de la Valencia del despilfarro y los grandes acontecimientos.
En este tiempo, Fabra ha hecho propuestas como reducir el número de diputados de las Cortes con el objetivo de rebajar el gasto de unas cuentas públicas más que perjudicadas. Pero este compromiso no se ha visto reflejado en su propio, y multitudinario, gabinete. Y es que, a raíz de la publicación al Diario Oficial de la Generalitat Valenciana (DOGV) de la relación oficial de puestos de trabajo de la Generalitat, se ha conocido que hay 149 personas trabajando para la presidencia de la Generalitat, de las que 32 lo hacen directamente para el presidente Fabra.
Lejos de recortar el número de miembros de su gabinete, Fabra lo ha incrementado en un 23% respecto al equipo que trabajaba con Francisco Camps, al pasar de 26 a 32 personas. El aumento se dispara hasta el 40% si se tiene en cuenta el número de asesores adscritos al presidente, que ha pasado de los 15 de Camps hasta los 21 de que dispone Fabra actualmente.
De estas personas, que ocupan plazas de libre nombramiento -es decir, no son funcionarios, sino que son elegidos a dedo por el mismo presidente-, una quincena son asesores políticos, tres son chóferes, dos se ocupan de la secretaría personal de Fabra e incluso hay un cocinero contratado como asesor de la presidencia.
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