Las chapuzas del ‘divino’ Santiago Calatrava se expanden por el globo terráqueo. La justicia lo reclama en Italia y acumula pleitos en España. En Holanda y Suecia guardan muy mal recuerdo de los espectaculares proyectos de este ‘encantador de serpientes’, actualmente refugiado en Suiza.
El arquitecto e ingeniero Santiago Calatrava pasa por un mal momento. La espectacularidad de sus proyectos choca con la prosaica realidad de unos precios desorbitados y unos acabados defectuosos que empañan su trayectoria creativa. Ahogado por sus éxitos internacionales, por los premios que recibe y por las felicitaciones que le dan los políticos de turno, ha ido perdiendo el prestigio merecidamente ganado con un rosario de pleitos judiciales por errores constructivos y quejas de los usuarios finales de sus genialidades arquitectónicas: los ciudadanos corrientes.
El próximo mes de noviembre se celebrará en Venecia el juicio por los perjuicios causados al erario público en la construcción de su puente sobre el Gran Canal. Pero no es el único proceso judicial que tiene que afrontar. También tiene pleitos pendientes en Oviedo y en Vitoria, además de un contencioso en Holanda.
Costes hinchados
Sus proyectos colosales tienen cada vez más detractores. Así se puso de manifiesto en el complicado proceso de construcción de la Turning Torso de Malmö, que acabó con la dimisión del presidente de la empresa promotora del proyecto; en el hub de transporte que ha diseñado para el nuevo complejo urbanístico que se desarrolla en el solar donde se erigían las Torres Gemelas, que ha sido objeto de críticas por parte del alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg; o en la nueva estación de Lieja, que quintuplicó su presupuesto inicial. Y es que calcular mal los presupuestos es una de las especialidades de este arquitecto e ingeniero valenciano.
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