El aguilucho y la tricolor

Este verano se han repetido las noticias de miembros de las Nuevas Generaciones del PP posando con símbolos fascistas o con la mano alzada. Un lector del diario comentaba en Facebook que esto no es noticia, pero, desde mi humilde punto de vista, creo que se equivoca. La normalización de este tipo de imágenes fomenta el crecimiento de la ideología que sostuvo a un régimen dictatorial que gobernó impunemente durante 35 años en España.

De la misma manera que los medios de comunicación no hemos de servir de altavoz para los partidos xenófobos que tratan de entrar en las instituciones y que, lamentablemente, han estado cerca de conseguirlo en los últimos años, también hemos de denunciar cuando cargos públicos incurren en conductas inadecuadas o hacen apología del franquismo. Porque varios de los jóvenes de las NNGG que han sido noticia este verano desempeñan puestos de relevancia en los ayuntamientos de sus localidades.

Y, aunque no hayan alzado mucho la voz, los propios miembros del PP deberían ser los primeros indignados que pidieran la dimisión, y si no la destitución, de estos personajes. No conozco a ningún miembro de las NNGG –que yo sepa-, pero estoy seguro que muchos de ellos repudian el franquismo. Ser de derechas no tiene porque significar comulgar con la ideología fascista.

Quien sí que les ha reprobado ha sido el secretario general del Partido Popular valenciano, Serafín Castellano, quien ha comparado posar con la bandera del aguilucho con hacerlo con la tricolor, dejando entrever que es una bandera extremista y anticonstitucional. No se puede permitir que se siga comparando a la Segunda República, con sus virtudes y sus defectos, con la dictadura franquista. La primera etapa se legitimó en las urnas y la segunda mediante las armas. En su intento por arreglarlo, este líder del PP todavía ha metido más la pata, pero él puede estar tranquilo que no le pasará nada. En España no es delito hacer unas declaraciones semejantes, como sí lo sería en Alemania, un país con el que nuestros dirigentes nos comparan para lo que les interesa, recortar en derechos sociales y endurecer las condiciones laborales. Mientras existen recompensas por la captura de los responsables de los campos de exterminio nazis, aquí se aprobó una Ley de amnistía y se insiste en impedir que se recupere la memoria de las víctimas enterradas en cunetas.

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