«Operación Salvar Oriol Pujol»

Este jueves 17 de enero del 2019 ha marcado el fin de una etapa en la historia de Cataluña. La entrada en prisión de Oriol Pujol,  para cumplir la condena de 2,5 años que pactó con la Fiscalía Anticorrupción, cierra un ciclo que empezó el 8 de mayo del 1980, con la elección de su padre como presidente de la Generalitat restaurada, con el apoyo parlamentario de ERC, la UCD de Adolfo Suárez y el Partido Andalucista.

1980-2019: 39 años que han configurado la manera de vivir y de ser de la sociedad catalana. Oriol Pujol tenía que culminar el proyecto de su padre y devenir el presidente de la Cataluña independiente. Así lo decidió el XVI congreso de CDC, celebrado en Reus los días 23, 24 y 25 de marzo del año 2012, en el cual Oriol Pujol fue ungido secretario general del partido y candidato in pectore a la presidencia de la Generalitat.

Pocas semanas después, Oriol Pujol fue imputado judicialmente en el caso de las ITV, la pieza separada de un sumario por corrupción que instruía un juzgado de Lugo. Su carrera política quedó dinamitada y a continuación se puso en marcha el llamado “proceso”, que tenía como clave oculta conseguir que Oriol Pujol no entrara en la cárcel.

El precio que ha pagado la sociedad catalana en estos últimos seis años por la “Operación Salvar Oriol Pujol” ha estado carísimo. En primer lugar, los nueve líderes independentistas que están en la prisión y que afrontan un juicio muy complicado. Después, los políticos huidos al extranjero, separados de sus familias; más todos los imputados en la consulta del 9-N, con Artur Mas al frente, embargados e inhabilitados. Añadamos todas las empresas que han deslocalizado su sede social, la crispación de la convivencia en las familias y en la calle, la represión policial y judicial contra el independentismo y la “mala fama” que ha adquirido Cataluña en las instituciones europeas e internacionales.

El terremoto que hemos sufrido los catalanes ha estado devastador. La “Operación Salvar Oriol Pujol” –un remake frustrado de la exitosa “Operación Salvar Jordi Pujol de la quiebra de Banca Catalana”- ha provocado la aplicación del artículo 155 de la Constitución, la supresión de facto del autogobierno, el autosecuestro del Parlamento de Cataluña y el despertar del españolismo agresivo, que está preparado para dar el sorpasso en las próximas elecciones municipales y europeas del 26 de mayo.

Lo más abracadabrante es que la “Operación Salvar Oriol Pujol” ha sido un fracaso absoluto para sus organizadores. La entrada del príncipe heredero en la cárcel de Can Brians-2 el pasado 17 de enero es el hecho que así lo constata. Hasta el último momento, se ha intentado que Oriol Pujol pudiera eludir la prisión y sustituir su condena por trabajos comunitarios en el exterior. El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) ha estado inflexible, en concordancia con la irredentismo público que demuestra el Muy Honorable Quim Torra, que no se entera de qué va la cosa.

Sí, los tiempos han cambiado, para desolación de General Mitre 96, que tiene que pasar la pena de ver al hijo escogido para continuar la hegemonía política familiar, condenado por corrupción y entre rejas. Cuando en 1984, la Fiscalía imputó a Jordi Pujol por la quiebra de Banca Catalana hubo movilizaciones en la calle, como las que hemos vivido durante el “proceso” independentista.

Entonces, la Audiencia de Barcelona decidió archivar el caso y Jordi Pujol se acabó convirtiendo en el apoyo parlamentario de Felipe González y en aliado del rey Juan Carlos I. Ahora, no. El rey Felipe VI, el CNI, el Tribunal Supremo y el PP no están para componendas y han afrontado y desmontado sin contemplaciones la “Operación Salvar Oriol Pujol”, con los resultados que todos conocemos y muchos lamentamos. Si Iñaki Urdangarín, Rodrigo Rato y Eduardo Zaplana están en la cárcel ¿por qué no Oriol Pujol?

Mirándolo en perspectiva, el caso de las ITV no es como nos lo han querido vender. Y es que, en comparación con sus hermanos Jordi, Josep y Oleguer –que han movido, durante años, montañas de dinero–, Oriol Pujol era un pringado.

Si se es honrado, la política da un sueldo digno para vivir con un cierto confort, pero no para seguir el ritmo de la jet set. Oriol Pujol se sacrificó para continuar la genealogía política familiar, esperando que el encargado Artur Mas le pasara el relevo para llegar a ser presidente de la Generalitat. Pero, a la vez, veía cómo sus hermanos –en especial, Jordi y Josep– llevaban una vida a todo trapo, con casas en la Cerdaña, coches de alta gama, viajes de lujo…

Él no quería ser menos y cayó en la tentación de la corrupción y del tráfico de influencias para vivir, también, como un pachá. Encontró en su vecino, amigo y cómplice Sergi Alsina la tapadera para forrarse gracias a la manipulación interesada de los resortes de la administración catalana. De este modo consiguió, sí, tener una segunda residencia en la Cerdaña, un chalé adosado en el pueblo de Urús.

En resumidas cuentas, las martingalas de Oriol Pujol, por las cuales ha sido condenado por el TSJC, le reportaron unos 500.000 euros, la mayoría cobrados con facturas falsas a través de su mujer, Anna Vidal. Nada que ver con las cifras millonarias que movían los tres hermanos antes mencionados.

Oriol Pujol no es un bobo. Sabía que su dedicación profesional a la política le obligaba a ser muy cuidadoso con el dinero. Por eso, cuando puso la directa para llegar a ser presidente de la Generalitat, tuvo la precaución de liquidar y cerrar su cuenta andorrana en Andbank (Banca Reig), donde escondían la fortuna su madre y sus seis hermanos.

Su caída en desgracia le ha venido por la ambición desmesurada de su socio, Sergi Alsina. El plan para controlar las estaciones de ITV –nombre con el cual es conocido el sumario judicial que ha acabado con su carrera política– no se llegó a consumar nunca: era un proyecto que quedó frustrado por la intervención preventiva de la Guardia Civil.

Para evitar que su mujer, Anna Vidal, entrara en prisión, Oriol Pujol se ha comido el “marrón” de pactar su condena con la Fiscalía Anticorrupción por unos delitos de difícil consistencia si se hubiera celebrado el juicio oral. Él se ha inmolado, como lo hizo su padre con la confesión del 25 de julio del 2014, cuando hizo pública la existencia del “legado” de su padre Florenci, sabiendo que él no guardaba ni euro a su nombre en Andorra.

Todo ello es muy triste y dramático. Pero el dolor íntimo del matrimonio Pujol-Ferrusola por las adversidades de su destino ha traspasado los muros del domicilio familiar y se ha extendido por todo Cataluña. No sé si son conscientes y lo saben, pero Oriol Junqueras, Carme Forcadell, Raül Romeva, Quim Forn, Jordi Sànchez, Jordi Cuixart, Jordi Turull, Dolors Bassa y Josep Rull son las víctimas colaterales del estallido del caso de las ITV y de la temeraria y catastrófica “Operación Salvar Oriol Pujol”.

 

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