Maragallismo sobrevenido

s curioso que hayan sido Esquerra Republicana de Catalunya y Ciutadans quienes se han puesto a reivindicar en el año 2018 no se sabe si la figura de Pasqual Maragall o su apellido, de cara a las próximas elecciones municipales en la ciudad de Barcelona. Es curioso porque ERC y Ciudadanos sencillamente no estaban en la mejor etapa de Pasqual Maragall, y cuando estuvieron y Pascual también, en plenitud de facultades, se dedicaron a hacerle la vida imposible. ERC no tenía representación municipal en la Barcelona de 1992 y Ciudadanos no existía.

Una persona que ha trabajado en la recopilación del pensamiento del alcalde olímpico calificó en Twitter la utilización de su figura, a toro pasado, de "repugnante" y "miserable". Yo no usaría palabras tan graves, porque todo el mundo es libre de reivindicar lo que quiera cuando no abundan las ideas. Pero creo que es oportuno hacer algunas reflexiones sobre las contradicciones que se esconden tras esta opción.

Pensar que una persona que lleva el mismo apellido representa lo que representó su hermano es un poco engañoso, sobre todo cuando el hermano no puede opinar sobre la maniobra. Ernest Maragall en la época olímpica era una persona afable y entrañable, pero en el 92 pintaba menos en el Ayuntamiento y en la operación olímpica que el Concejal de Juventud. En los últimos años se ha dedicado a diferentes cosas en diferentes partidos, y ahora de repente le sale un repentino interés por Barcelona de la mano de un partido independentista. Pero no hay que olvidar que lo mejor del maragallismo fueron los Juegos Olímpicos, una experiencia fundamentalmente federalista que mostró una alternativa al nacionalismo (catalán y español).

Los independentistas se dedicaban a boicotear las olimpiadas y a acusar al alcalde de borracho, para frenar a quien se estaba convirtiendo, en aquella época, en el político más popular de la historia de Catalunya. Creo no barrer para casa si digo que la ciudadanía tiene un mejor recuerdo de los equipos del Maragall alcalde que de los equipos del Maragall presidente, incluyendo la parte del equipo que le complicó la vida con una corona de espinas.

Por su parte, Ciudadanos nació como una crítica a Maragall, entre otros aspectos. Es meritorio que ahora apuesten por un candidato que quiere hacer una carrera política europea, pero este candidato deberá elegir entre hacer una campaña de ley y orden, o hacer una campaña maragallista. La visión que tenía Maragall de la seguridad era mucho más compleja que la que ha demostrado Manuel Valls, y creo que estaba muy marcada por la influencia del añorado José Ignacio Urenda, Comisionado de la Alcaldía para los Derechos Civiles en la época olímpica. Difícil pensar que hoy Urenda bendeciría al candidato de ERC o al de Ciudadanos. Está por ver si Xavier Roig, jefe de gabinete del mejor Maragall, que también asesoró a Joan Laporta, convertirá a Valls en un Maragall o un Laporta. Lo que no parece que pueda conseguir es maragallizar algo Ciudadanos, que sería tal vez la contribución más deseable.

Por otra parte, ya sería hora de que alguien dijera que Pasqual Maragall era un politicazo, pero que no hay que caer en la falacia de los grandes hombres: ni todo lo que hizo a lo largo de su carrera estuvo bien, ni lo hizo todo solo (por ejemplo, él no se inventó la Olimpiada de BCN), ni volverá nunca el 92 ni nada que se le parezca.

Todo esto es un maragallismo a deshoras, sobrevenido.

Pasqual Maragall fue un alcalde que miraba al futuro, que no pretendió nunca imitar a nadie del pasado. Y hacía mirar al futuro a todos, especialmente a la gente sencilla. No me imagino ni a Ernest M. ni a M. Valls yendo a dormir a casa de un vecino en Torre Baró (no es el chalet de un aristócrata, Manuel) y a la mañana siguiente levantarse a las 7, leer rápido los diarios e ir a un instituto de la Zona Franca a dar una charla a estudiantes hijos de obreros, y pedirles que sean "analíticos". Este es el recuerdo que yo tengo de este políticazo. O conseguir que los internos de una prisión de jóvenes se levanten a aplaudirle a media charla tras decirles que todo el mundo se merece una segunda oportunidad. Pasquis no fue quien creó la Barcelona olímpica, sino que fue creado por esta. Es fruto de su tiempo, y por definición este es irrepetible.

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