«Una cosa es la lengua y otra la independencia»

Entrevista a Rosa Cañadell
Rosa Cañadell

Licenciada en Psicología y Magisterio. Trabajó como profesora de secundaria durante más de 20 años. Activista en defensa de la educación pública, ha escrito numerosos artículos y varios libros. El último, El menosprecio del conocimiento. Forma parte de Podemos Cataluña, y de la red Socialismo XXI.

¿Qué instantánea podría hacerse del catalán-castellano, a día de hoy?

No tengo las cifras, pero la mitad o más de las personas que viven hoy en Cataluña son hijos de padres nacidos fuera de ella. Para entendernos, digamos que un 40% somos catalanes de toda la vida. Padres catalanes, abuelos catalanes, como yo. Es evidente que los catalanes hablamos catalán y queremos continuar hablando catalán, porque es, además, una lengua co-oficial en Cataluña. Lo cual me parece muy bien. La gente que no es de aquí, de alguna manera, desde la escuela, lo que se ha intentado es que también supiera catalán. Esto es lo que se llama la inmersión lingüística. Teóricamente, todo el mundo sabe las dos lenguas. De hecho, muchísimos de los castellano-hablantes, que hace tiempo que están aquí, y casi todos los chavales que están escolarizados pueden entender y hablar catalán. Si lo hablan o no es otra historia.

¿Quiere esto decir que la inmersión (introducción completa de un cuerpo en un líquido) lingüística, es la introducción completa al catalán, más allá de cualquier otra consideración?

La “inmersión” es una fórmula más o menos adecuada (yo creo que bastante) para aquellas personas que no tienen el catalán como lengua propia la puedan aprender. Están las comunidades (no hablo de nacionalidades y de naciones) que tienen su propia lengua, y es normal que quieran conservarla. Para mí, las lenguas en general son una riqueza. Cuantas más haya, mejor. Sí que es verdad que son un signo de identidad, pero también lo es el francés para los franceses, y el alemán para los alemanes ¿Por qué no puede serlo catalán para los catalanes? Desde esta perspectiva, me parece una buena cosa el hecho de que se quiera que la gente que es catalana pueda seguir hablando catalán, y la gente que viene aquí, y que no sabía catalán, lo pueda aprender y hablar. Yo soy tremendamente bilingüe, porque aprendí a leer y escribir en castellano, evidentemente, en la época del franquismo, en la escuela. Pero en mi casa, con mis amigas, con mi familia siempre hablé catalán. A veces, no sé ni en que lengua estoy hablando. El castellano ya lo sabe la gente. Entonces, hay que reforzar el catalán. Y esto es lo que se está haciendo. El objetivo es que todos los chavales, cuando salgan de la escuela, sepan hablar y escribir en catalán y castellano. A veces se consigue y a veces no. Ese es el objetivo, y a mí me parece correcto y positivo.

¿No cree que para promover el uso de una lengua es mejor promover el enamoramiento de ella que hacerlo por vía normativa?

Yo odio el inglés. Lo he estudiado, pero no lo hablo. Pero si me voy a Estados Unidos y tengo que hablar con los norteamericanos, que hablan inglés, tendré que hablar inglés. Por lo tanto, no es solo un problema de enamoramiento. Es una cuestión también de realidad. Si estoy en un país donde la lengua oficial es el inglés y todo el mundo habla inglés, evidentemente, tengo que hablarlo. Me guste más o menos. Me enamore o no. Si el catalán era la lengua que aquí se hablaba, me parece bastante correcto que la gente que venga lo aprenda y que las instituciones hagan lo posible para que lo aprendan: la inmersión lingüística, las clases de catalán… Lo que sea. A mí, esto me parece correcto. No una imposición. Porque, en todo caso, la imposición es en todas partes. Y te diré más, las lenguas con más poder, evidentemente, son las que más se hablan ¿Cuáles son las lenguas que más se hablan? El inglés, el chino y el castellano, que vienen de los imperios.

En cualquier caso, parece que las lenguas minoritarias que se quieren preservar, como pueden ser el caso del catalán o el euskera, demandan estrategias ad hoc, que no necesitan las grandes lenguas…

El caso de Cataluña es distinto al de Euskadi. El euskera se hablaba mucho menos que el catalán. En los años 40-50 del siglo pasado, antes de que vinieran muchos emigrantes del resto del Estado, el cien por ciento de la gente en Cataluña hablaba catalán. Los únicos bilingües éramos lo que habíamos ido a la escuela, y los que hablaban públicamente castellano eran los que estaban a favor de Franco. 

¿En siglos anteriores no se hablaba castellano, por ejemplo, en Barcelona?

No. No soy historiadora, pero en Cataluña se hablaba sobre todo catalán. Y ahora se habla castellano porque hubo una gran inmigración. En las fábricas se hablaba catalán. Mis abuelos, mi madre, trabajan en el textil y hablaban catalán.

¿En cualquier caso, el nacionalismo no ha instrumentalizado en su favor el catalán, con lo cual le hace un flaco favor?

Quien empezó con la guerra de las lenguas aquí en Cataluña y, sobre todo, en Barcelona, fue Ciudadanos, Albert Ribera. La práctica de la inmersión lingüística es una demanda de la gente inmigrante de los años 60-70 para que sus hijos hablaran catalán. Quien pidió a las escuelas públicas que les enseñaran a sus hijos catalán fueron los castellano-parlantes ¿Por qué? Porque estaban en un país en donde los de toda la vida estaban ahí y, por tanto, detentaban el poder. Pero esta es otra historia. La inmersión lingüística fue una demanda, no una imposición. Eso funcionaba más o menos con calma. No había batallas, ni en la escuela ni fuera de ella. Mucha gente aprendía catalán y otros no, y no pasaba nada. Después de Ciudadanos vino el procés, el independentismo, y lo que ha hecho es que la politización del catalán se amplíe muchísimo. La lengua no era una bandera. Era lo que se hablaba, y punto.

¿La inmersión lingüística no fue en su origen también producto de pactos políticos?

Podría ser. Pero la historia de la inmersión es muy curiosa, porque no la impone el Departamento de Enseñanza. Nace en las escuelas. Son los maestros los que empiezan a decir que no van a hacer clases en catalán y castellano, etc. Si hubo un pacto entre los partidos políticos, no lo sé ¿Qué ahora se está utilizando la lengua políticamente? Desde luego. Pero también se utiliza desde el otro lado. La pena es que algo que no era un problema real, se haya convertido en un problema. No por culpa solo de los independentistas, sino también de la derecha española, españolista, fascista, etc. 

¿Se privilegia el catalán en el actual modelo bilingüe, tal como, por ejemplo, se hace en los medios de comunicación públicos?

En Cataluña no hay, digamos, un bilingüismo igualitario. El castellano es mayoritario porque el cien por ciento lo entiende y lo habla, y el catalán no. Por lo tanto, a mí no me parece mal que se refuerce el catalán. Otra cosa es el dogmatismo. Que alguien te hable en castellano y que se le diga que si no lo dice en catalán no se le contesta. Me parece de gilipollas. Como cuando en la escuela una madre dice no entiendo catalán, y la maestra le responde “pues primero lo aprendes”. Pero que se refuerce el catalán no tiene por qué ser un problema. Lo es porque se ha politizado todo, hasta el punto de que si hablas castellano te pueden mirar mal y calificarte de fascistas o españolista. Y si hablas catalán, de independentista. 

¿No late en una parte de la sociedad catalana un sentimiento agónico, de pérdida, victimista, respecto al catalán?

Una cosa es la sensación de que se podría perder el catalán (cosa que a alguna gente como a mí, le sabe mal) y otra el victimismo actual, derivado del “procesismo”. Porque aquí sí que va ligada la lengua a un proyecto político de un grupo muy específico que ha ensanchado la base yo creo que de una manera muy artificial, con la tele, la propaganda, España nos roba, con la independencia seríamos ricos, felices y comeríamos perdices… Así se ha instalado en una parte de la población esta sensación de victimismo. Y la lengua forma parte de eso que hay que defender, que es la tierra, el pueblo, la lengua… y la independencia, por supuesto. Pero hay que separar unas cosas de otras.

¿Cómo ocurre en otros ámbitos, en el catalán puede haber en juego intereses digamos crematísticos?

En la Educación no. En los medios es posible. Para entendernos, no hay 1.000 escuelas de catalán que den 40.000 puestos de trabajo. La mayoría de las clases de catalán a emigrantes, por ejemplo, las hace Cáritas ¿Fíjate en los intereses o el negocio que habrá detrás? La inmensa mayoría de los profesores, por no decir todos, hablan catalán. Pero, insisto, hay que dejar claro que una cosa es la independencia y otra la lengua catana.

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